FILOSOFÍA
La verdad
¿Qué significa que algo sea verdadero? ¿Qué importancia tiene? ¿Es algo real o es una construcción humana?
La filosofía nos muestra que no hay una única definición de verdad, sino que hay muchas formas diferentes de entenderla. No todos utilizamos esta noción de la misma manera.
¿Cuántas verdades existen? Si bien la noción de verdad surgió como algo absoluto, hoy parece que se ha relativizado. Pero si hay muchas verdades, ¿no pierde valor la idea de verdad?
Aristóteles decía al respecto que tenemos por un lado la expresión de una idea, y por otro lado, la realidad misma. El hablaba de verdad por correspondencia, y esto consistía en que decir de algo que es, que es, y de algo que no es, que no es, es verdadero, y a su vez decía que decir de lo que es, lo que no es, y de lo que no es, que es, es falso.
Por ejemplo, si decimos “el vaso está vacío”, será verdadero en la medida en que haya correspondencia con lo que realmente sucede.
La correspondencia es la forma de entender la verdad que más se utiliza, uno da por supuesto que aquello de lo que se habla, se corresponde con lo que realmente es.
Otra manera de entender la verdad, es por los sentidos. Si uno lo siente, es verdadero. Pero ¿y si todo lo que creemos no tiene nada que ver con la realidad? ¿Y si lo real no es más que una construcción humana inexistente?
Por otro lado, se entiende a la verdad mediante la pragmática, que es una manera de entenderla través de lo útil, es decir, si algo funciona, es verdadero. La verdad se vuelve utilitaria.
Pero si la verdad no tiene que ver con las cosas en sí mismas, sino con la acepción que el sujeto le da y esto se vuelve una construcción subjetiva, ¿se podría llamar verdad a algo que muta constantemente y que depende de lo circunstancial?
Según Nietzsche, otra forma de entender la verdad es a través de la hermenéutica, que es el arte de la interpretación. Aquí no hay hechos, sino sólo interpretaciones. Interpretar es un acto que se realiza siempre sobre algo que ya nos viene dado, sobre algo impuesto, que no elegimos. De este modo, los hechos desaparecen en las interpretaciones.
El filósofo definía a la verdad como un conjunto de metáforas en permanente lucha y pensaba que si todo es interpretación, la verdad es subjetiva y por lo tanto, nadie tiene la verdad, o todos la tienen.
Entonces, si nuestras verdades son asimilaciones que hacemos nosotros mismos desde nuestra realidad y situacionalidad histórica particular, las de los otros ¿valen tanto como las nuestras?
Nota: María Helena Montiel
Fotos: web
