Matías Rodríguez: “Tengo todavía un sueño, jugar el mundial”
Actualmente es jugador de la Sampdoria, Italia. En su visita a San Luis habló de su pasado, de sus recuerdos y su presente.
Cuando viene a San Luis, Matías Rodríguez pasa desapercibido. Por eso si va al cine a llevar a sus hijos y sobrinos, difícilmente alguien lo reconozca. Porque a eso viene, a encontrarse con los afectos que lo unirán para siempre con su provincia. Cuando tenía 13 años se fue ilusionado a Buenos Aires para cumplir el sueño de ser un jugador de primera y abrazar ese deporte como una profesión. Le costó, pero lo logró. Hoy, después de su exitoso paso por Uruguay y Chile, el destino lo tiene en la Sampdoria, un equipo del norte italiano.
Matías refleja la historia de esos chicos que nacieron pateando una pelota y con el sueño de hacer del fútbol una forma de vida; de esos que dejaron sus pueblos y sus ciudades para instalarse en alguna pensión de jóvenes futbolistas; de esos que extrañaban los abrazos de la madre pero que no bajaron los brazos nunca.
De bajo perfil, en su último viaje se presentó como el padrino de la escuela de fútbol infantil del club GEPU y respondió a todas las preguntas de la prensa puntana. Al menos una vez al año visita a sus padres, que viven en una casa del barrio Ignacio Vidal y aprovecha para encontrarse con los amigos que le quedaron de su escuela (San José) o los que hizo en el fútbol. También se hace tiempo para salir a pasear con sus sobrinos y jugar al fútbol con sus primos.
Desde chiquito comenzó a jugar en el club San Lorenzo de San Luis, cerca de la Jefatura Central de Policía. Y entre el ‘97 y ’98 se fue a Boca Juniors donde se quedó jugando 9 años en las inferiores. Después estuvo en Nacional de Uruguay y en la U de Chile, en ambos siempre fue un ídolo. Pero también fue convocado dos veces a la Selección Nacional.
La primera semana de julio ya estará en Italia, donde a partir del 8 deberá sumarse a los entrenamientos para hacer la pretemporada con la Sampdoria, donde tiene un contrato por 4 años. Allá vive con su esposa Lucía y sus hijos, Felicitas de 4 años y Juan Martín de 2. “Ellos son mi pilar, me llenan de fuerzas cuando no me salen bien las cosas”, dice Matías antes que nada. Adaptarse a un nuevo no le fue fácil, ni para él ni para su familia. El idioma fue el primer inconveniente. Sin embargo rápido lo pudo solucionar: ahora tiene en el celular un traductor que “por suerte” lo acompaña a todos lados.
-¿Cómo es un día de tu semana en Italia?
Me levanto a las 8 o a las 9, llevo a los nenes al jardín; luego vuelvo a estar un rato con mi señora, almorzamos y me voy a entrenar a las 3 de la tarde. Después vuelvo, baño a mis hijos, cenamos y dormimos. Así son mis días; disfruto la familia mucho más que antes. Esto es nuevo porque cuando estaba en Chile y Uruguay de los 7 días de la semana, estábamos 5 concentrados. Mis nenes me disfrutan más. Con mi primera hija me costó porque la veía muy poco.
-¿Cómo se están adaptando tus hijos a la escuela?
Van al asilo, como se dice allá al jardín. Los primeros días mi nena me decía: ‘papi no entiendo nada’ y yo para ayudarla le decía: ‘Hija, yo tampoco’. Pero ahora está contenta, habla mucho, viene cantando y para que aprenda más rápido le pusimos una maestra. Cuando jugamos se le escapan, sin querer, palabras en italiano que yo no entiendo pero voy al traductor del celular que por suerte lo llevo a todos lados, y así comprendo lo que me dice.
-Con 13 años te costó lágrimas irte de San Luis, ¿cómo lo superaste?
A cualquier chico que lo dejan en un lugar desconocido le cuesta. Yo siempre cuento sin vergüenza que cuando llegamos a la pensión de Boca y mis padres me dijeron ‘ya venimos’ me agarró el nudo en la garganta. Después llegó el momento y me dijeron: ‘hijo, tenemos que irnos’; bajaron las escaleras y yo me fui a la pieza a llorar. Fue durísimo, eso no se olvida y mi mamá tampoco. Mi papá, que era el más duro, le pidió a mi mamá que no se diera vuelta porque seguro me traía de vuelta. Si bien a mi me costó, a ella le costó mucho más. Como me pasaría a mí, dejar a mi hijo en la gran ciudad con toda la inseguridad que hay.
¿Qué fue lo mejor que hicieron tus padres por vos?
Todo. Me dieron una educación que obviamente la trato de implementarla con mis hijos, me ayudaron en todo sentido, me enseñaron a ser buena persona, siempre me pidieron que fuera el mismo, teniendo o no teniendo nada que sea la misma persona y eso hasta el día de hoy lo sigo manteniendo.
–Hoy sos un referente para cualquier chico de San Luis que juega a la pelota. ¿Cuál es el mensaje que les darías?
Que el chico que tenga dinero o el que no tenga nada, tiene hacer lo que le gusta, hacerlo con felicidad, con alegría y disfrutarlo. Desde chicos tienen que saber que si quieren ser profesionales tienen que serlo tengan 15 o 30 años.
-¿Cuál es la clave para llegar a lo máximo del fútbol?
Siempre me baso en lo que yo viví, en la perseverancia, en el esfuerzo, en no bajar los brazos. Me tocaron vivir adversidades y siempre me tuve que esforzar el doble de lo que le costaba al otro. Uno disfruta de todo, pero hay cosas malas también en esta profesión, y tenés que acostumbrarse.
–¿Soñabas esto?
Sí. Y si hoy le preguntás a un chico de 5 años te va a decir que su sueño es jugar en Boca o en la Selección. Yo he cumplido muchos, pero me queda uno que es jugar un mundial.
-¿Te ves cerca de la Selección?
No me gusta mirarme lejos, trabajo el día a día. Tuve la oportunidad de estar dos veces convocado y después de eso siempre te quedan las ganas de volver, pero si uno no juega eso difícil. Hace muchos meses que estoy sin jugar, por eso quiero volver y trabajar en la pretemporada para poder jugar.