MINISTERIO DE PRODUCCIÓN
martes, 08 enero de 2019 | 12:30

Remarcaron la importancia del control de enfermedades venéreas en toros

El examen de estos animales en los rodeos de cría tiene históricamente un valor muy significativo para asegurar la sanidad. El mismo incluye aspectos clínicos y el diagnóstico de enfermedades reproductivas, entre las cuales se destacan las  venéreas, como trichomoniasis y campylobacteriosis, que afectan notablemente el rendimiento ganadero.

Los rodeos controlados, con óptimos índices de preñez al tacto, han incorporado y mantienen rigurosamente al día los exámenes de sus reproductores, que incluyen los raspajes para el diagnóstico de enfermedades venéreas. Los objetivos del control anual están basados en mantener buenos índices reproductivos, evitar el ingreso de enfermedades al rodeo a través de toros saltadores, no mantener animales enfermos en el establecimiento y también facilitar la chance de poder seleccionar genética al momento de comprar toros de reposición.

En rodeos no controlados, las enfermedades venéreas causan pérdidas económicas importantes, traducidas de manera directa en menor porcentaje de preñez, repeticiones de celo y, por lo tanto, una importante presencia de cola de parición. Esporádicamente también pueden aparecer abortos y piometras, cuyo resultado final se traduce en la pérdida del objetivo principal de los rodeos, que no es otra cosa que producir un ternero por año.

Además está el riesgo siempre latente de que las vacas se transformen en portadoras y diseminadoras de las enfermedades venéreas por más de un año, y como no presentan síntomas, el problema es aún mayor para los responsables de los establecimientos. Por supuesto que las venéreas también son asintomáticas en los toros, por lo que solo a través de los exámenes se puede frenar el contagio y la caída en los rendimientos.

Las pérdidas indirectas también están a la orden del día. Incluyen el mantenimiento de vientres improductivos (que de todas maneras conllevan un gasto importante en alimentación), una fuerte presión a la hora de la selección porque habrá menos para elegir, la obligación de descartar los toros enfermos y notable disminución en kilos de carne por el menor peso de los terneros al destete, debido a que la mayoría integran la cola de parición.

Los cálculos de pérdidas por el impacto de las enfermedades venéreas en los rodeos de cría se calculan entre un 5% y un 10% de productividad neta.

Una vez reconocida la importancia del diagnóstico a través de los raspajes prepuciales, es posible establecer las medidas de control. En el caso de establecimientos que ya venían siendo monitoreados, hay que hacer dos raspajes con un intervalo no menor a los 12 o 15 días. Si se trata de campos con antecedentes en enfermedades venéreas o directamente se desconocen los datos, hay que hacer cuatro intervenciones.

A estas medidas habría que añadir la eliminación de los toros positivos y de las vacas vacías, mantener un alambrado perimetral y potreros adecuados, no utilizar toros prestados por otros criadores y adquirir siempre reproductores con certificación sanitaria. En rodeos con presencia de campylobacteriosis, a veces y según el asesoramiento de un veterinario, puede ser recomendable un plan sanitario que incluya la vacunación y el tratamiento específico (antibioterapia) de los toros.

“Es muy importante la verificación de los alambrados en los rodeos llamados “cerrados”. El esfuerzo de un productor puede ser nulo cuando los rodeos vecinos no controlan las venéreas, produciendo preñeces por robo, además de la introducción y la persistencia de las enfermedades venéreas”, aconsejó Martín Rodríguez, jefe del Programa Producción Agropecuaria y Arraigo Rural, quien agregó que “no cabe la menor duda de que incorporar los exámenes en toros en nuestros rodeos de cría no solo redunda en una práctica de control, sino también de prevención. Lejos de ser considerados  ‘gastos’ constituyen una verdadera ‘inversión’ que siempre va a redituar a futuro”.

Nota y foto: Prensa Ministerio de Producción.