Ciudad de San Luis
domingo, 21 septiembre de 2014 | 20:28

Dar en el blanco

La arquería brinda beneficios físicos, ayuda a despejarse y encierra milenarios secretos que se reciben mientras más se aprende a soltar.

Los integrantes de Newen con los diferentes tipos de arcos en la escuela Juan Carlos Rodríguez.

De izquierda a derecha: Isabella, Hugo, Gustavo, y Francisco, integrantes de Newen con los diferentes tipos de arcos en la escuela Carlos Juan Rodríguez.

“Te aseguro que ya sabías que le ibas a pegar”, le dice el instructor Gustavo Vicente a un alumno quien reventó un globo rojo en la segunda práctica. Antes, la mayoría de los disparos habían ido lejos o a una lona detrás del blanco.

“No hay muchas explicaciones. Hay que aprender una técnica, sí. Pero hay que conectarse con el instinto”, explica con risa Vicente de 41 años, rascándose la nuca.

Anclar es cómodo, dice. Es uno de los secretos en este milenario deporte: apoyar la cuerda contra la cara. Esa postura se llama anclaje. Viene de los cazadores que pasaban horas en espera de la presa. Gustavo, de refilón celeste, mientras explica la técnica de puntería, estira de arriba para abajo un longbow, un arco de madera, similar al de los aborígenes. Aunque estamos en la escuela Carlos Juan Rodríguez de la segunda rotonda del Puente Favaloro, llegan ecos de jungla.

Hace dos años, Gustavo Vicente, administrativo del colegio Rodríguez, creó en Juana Koslay la escuela de arquería Newen, cuyo nombre mapuche se refiere, “a la energía que se pedía prestada en la naturaleza para cazar”. En síntesis del fundador: “Ellos decían cuando cazaban` O le pego o no comemos´”

Actualmente, la institución cuenta con 25 alumnos. Varios extrañan la arboleda de Juana Koslay, pero en el salón de usos múltiples donde practican hace 5 meses, se resguardan de la lluvia y el viento, y aunque la luz no sea como a campo traviesa, el ojo, o, como a ellos les gusta pensar, la intención hace que las flechas a 18 metros estallen en el amarillo.

Matías Godoy (25) es estudiante de psicología. Las películas del “El Señor de los Anillos”, como a varios el cómic o la literatura, lo animaron a buscar en la ciudad un lugar para alimentar su pasión por la arquería. “Autosuperarse está relacionado con la psicología. Cuando uno tensa el arco para llegar al centro y dar en el blanco, es lo mismo que cuando uno se propone objetivo en la vida. Hay como una analogía. En mi experiencia, descubrí que el tiro con arco tiene muchos beneficios. Te ayuda focalizar la atención y en el momento de tirar te concentrás en tu postura. Además no siempre uno acierta en el amarillo, entonces también te ayuda a elaborar la frustración y aprendés el valor de la perseverancia”, describe Godoy, quien ahorra para adquirir un arco recurvado de $2500 y seguir el rastro de sus compañeros más adelantados.

Francisco Garibotto es categoría flecha azul y destaca la relajación que se logra tras la práctica de la disciplina

Francisco Garibotto es  flecha azul y destaca la relajación que se logra tras la práctica de la disciplina

Francisco Garibotto (39) es docente investigador del CONICET en química computacional. Robín Hood fue el héroe de su infancia pelirroja. Tira hace dos años. Tiene la categoría flecha azul en Newen, que significa arquero experimentado. “Si bien esto se hace como un hobby, cuando uno hace un buen tiro, a nivel personal, es cómo un pequeño logro alcanzado, entonces, se siente satisfacción y, algo así, cómo orgullo”, dice empujándose los anteojos.

“No sé si tiene una cualidad espiritual, pero uno tiene que tener una cierta tranquilidad física y emocional para estar relajado al momento de soltar la flecha. Uno sale de acá sintiéndose mejor y más relajado”, aclara Garibotto.

La búsqueda meditativa está en el Kyudo, rama japonesa de la arquería. En el libro “Zen en el arte del tiro con arco”, el filósofo alemán Eugen Herrigel relata cómo con este método en seis años superó sus inhibiciones y aprendió un tipo de “fuerza no forzada”.

El entrenamiento en gimnasios o competiciones olímpicas es ajeno a las ceremonias del Kyudo, sin embargo enfatiza en la relajación, que fue retratada en la obra, traducida a más de 30 idiomas. “Y el maestro se horrorizaba menos que yo ante mi fracaso. ¿Sabía por experiencia que esto sucedería? “¡No piense en lo que debe hacer, no reflexione cómo llevarlo a cabo -exclamó-; sólo si toma por sorpresa al arquero mismo, el tiro sale suavemente! ¡Ha de ser como si la cuerda cortara de repente el pulgar que la retiene, sin que usted abra la mano intencionalmente!”, revive un párrafo.

Jorge Álvarez (36) no se enfrasca. Hace dibujos animados en La Punta. Es tirador desde abril. Regresó al deporte después de 15 años cuando hacía en Villa del Parque, Buenos Aires. “Por diversión. No hay otro motivo. Me pareció un hobby copado”, dice.

_ ¿En su profesión lo ha ayudado la disciplina?

_Mi profesión es completamente opuesta a esto. No creo que haya grandes cambios ni en mi vida, ni en la profesión por practicar la arquería.  En mi caso depende de la performance que tenga. Si tengo una buena, me dan ganas de seguir todo el día.

El docente Hugo Boasso (39) también es categoría flecha azul. Tal logro implica una serie de habilidades aprobadas por el profesor, más allá de la postura, precisión o manejo del arco. “Por ejemplo, si se te rompe una nock –extremo de la flecha- y sabés repararla, o con los instrumentos que vos trabajás, si sabés prepararlos,” señala Boasso. De su bolsillo, en estuche de cuero, cuelgan flechas fluorescentes. Son propias. Calibrar mínimamente cada elemento marca la diferencia, destaca. Hugo tira junto a su hija Isabella de 8 años. Ambos guiñan, apenas, el ojo izquierdo antes de soltar.

Hugo apunta junto a su hija Isabella cada domingo en la escuela. Sueñan con practicar al aire libre.

Hugo apunta junto a su hija Isabella cada domingo en la escuela. Sueñan con practicar al aire libre.

“Creo que va creciendo la disciplina en la ciudad. Todos los fines de semana siempre aparece alguien nuevo a probar”, analiza luego Boasso. El domingo pasado, en Villa Mercedes, 120 personas participaron en la “Liga Flechas Doradas” y asistieron competidores San Juan, Mendoza, La Rioja, entre otras provincias. A veces, algunos flechazos que dan contra el blanco tapan las palabras de Hugo.

La arquería permite un abandono de sí y trabaja en la fina motricidad. Aproximadamente, por sesión, vuelan entre 30 y 60 flechas. A medida que se avanza en la práctica, los músculos absorben los cimbronazos, disfrutan.

"Agarré un arco y no me soltó más", recuerda acerca de sus inicios el profesor Gustavo Vicente, quien se capacitó en Villa Mercedes y La Pampa.

“Agarré un arco y no me soltó más”, recuerda acerca de sus inicios el profesor Gustavo Vicente, quien se capacitó en Villa Mercedes y La Pampa.

“Nada de aire al soltar”, enseña Gustavo Vicente para evitar el coleteo del lanzamiento. ¿Quién triunfa en la arquería: el más técnico o el más relajado?, se le pregunta, y arroja sin oxígeno: “El más relajado, lo que proviene de conocer y haber aplicado la técnica.”

 

Nota: Matías Gómez

Fotos: Marcelo Lacerda

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