A 22 años de su muerte
sábado, 11 enero de 2014 | 17:41

Juan Gilberto Funes, de ídolo a mito

Hoy se recuerda un nuevo aniversario de la muerte de Juan Gilberto Funes, quien junto al “Mono”  José María Gatica, son los ídolos deportivos más importantes que tiene San Luis.

Toda la potencia de Juan Gilberto Funes en acción y jugando para Millonarios de Colombia.

Toda la potencia de Juan Gilberto Funes en acción y jugando para Millonarios de Colombia.

Alegre, humilde, frontal, simpático, respetuoso, bonachón… con éstas virtudes se puede resumir la personalidad de Juan Gilberto Funes, nuestro querido “Búfalo”, que después de ser un ídolo del fútbol puntano y nacional, pasó a ser un mito, justo cuando se quedó sin vida, aquel triste 11 de enero de 1992. Hoy se cumplen 22 años de su partida a la inmortalidad y el pueblo puntano lo sigue recordando.

Aquellos que tuvimos la dicha de compartir un partido de fútbol, un asado o simplemente un momento de su vida, podemos decir que conocimos a un tipo excepcional… “un fuera de serie”.

Y era así… un fenómeno para todo lo que hacía…no sólo jugando al fútbol sino que en la vida misma y en su amado San Luis.

Excelente hijo, padre, marido y ni hablar como amigo, ayudando al que podía, siendo solidario y compartiendo aún cuando tenía poco.

Esas cosas fueron trascendiendo de boca en boca y por ello todo el mundo sabía cómo era “El Juan” o “El Sapo” como le decían desde pibe o “El Búfalo de San Luis” o “El Misil Argentino” como lo bautizaron los periodistas colombianos.

Su idolatría crecía a base de goles, fuerza, potencia, garra y corazón, cualidades distintivas de su carrera deportiva y de su enorme físico que lo convertían en un verdadero “Tanque”.

Nació el 8 de marzo de 1963 fruto del amor de don Pedro Funes y doña Martha Baldovino y con casi cinco kilos hizo su presentación ante la sociedad puntana. Llegó justo el año que falleció otro grande: Juan Gálvez (3 de marzo) y su padre lo bautizó con ese nombre en honor a su ídolo automovilístico, incluso más tarde lo llamaría “Sapo” recordando al así al corredor.

Fanático del fútbol y también del automovilismo, Juan creció entre los “fierros” del taller mecánico de su papá y el fútbol del barrio, los babys y del club Huracán.

Su comienzo verdadero en el fútbol fue en la primera división de Atlético Huracán de San Luis cuando recién tenía 15 años. A los 17, saltó a Sarmiento de Junín, ya perfilándose como el jugador que iba a ser. Pero no alcanzó a conseguir la titularidad. Volvió a su ciudad, estuvo unos meses en Jorge Newbery de Villa Mercedes y reforzó a Sportivo Estudiantes en aquel viejo Torneo Regional.

A fuerza de muchos goles y partidos memorables, fue adquirido por Gimnasia y Esgrima de Mendoza donde despegó finalmente hacia el estrellato.

“Hoy juega Juan Funes”, decía un cartel que solían colgar en la boleterías del “Lobo” mendocino, pues la gente era así…la gente ya iba a verlo exclusivamente.

Grandes goles y actuaciones espectaculares le valieron subir cada vez más en el fútbol y en 1984 se fue comprado por Millonarios de Colombia, para reemplazar nada más y nada menos que al gran Wílmar Cabrera.

Le costó adaptarse al fútbol colombiano pero cuando le agarró la mano, volvió a ser el temible goleador que ya había sido en Argentina a tal punto que convirtió el gol 3.000 del club y eso le valió hasta que se grabara un disco en su honor. Allí consiguió los apodos de “El Búfalo de San Luis” o “El Misil Argentino”.

"El Búfalo" celebrando la primera copa Libertadores de América para River Plate.

“El Búfalo” celebrando la primera copa Libertadores de América para River Plate.

 

Su hora más gloriosa: River Plate

 

Juan no alcanzó a durar dos temporadas completas en Millonarios. Cuando llegó era un completo desconocido del interior de Argentina, excepto para los empresarios, quienes, junto a la propuesta de vestir la de Millos, le ofrecieron jugar en España o en Buenos Aires. Él se inclinó acertadamente por su patria mientras su fama crecía y su nombre empezaba a sonar como el de una de las figuras más promisorias del fútbol nacional, River Plate hizo una tentadora oferta y lo repatrió para las semifinales de la Copa Libertadores del ´86, en reemplazo de Ramón Centurión.
Jugó contra Argentinos Juniors en el grupo de semifinales, pero tuvo su gran momento en las finales contra el América de Cali. Hizo el primer gol en el partido de ida que River ganó 2-1 (el otro lo hizo Norberto Alonso), y el único  a Julio César Falcioni en el encuentro de vuelta para darle al conjunto de la banda la primer Libertadores de su historia.

“Si encontraba una escalera, me trepaba para abrazar a cada uno de los que gritaba. ¿Sabés lo que es ver a tanta gente que festeja tu gol? Por la cabeza se me cruzaron las caras de mis viejos, de mis hermanos, de mi señora, de los amigos del barrio…”, declaraba Funes en medio de una euforia incontenible.

Ese fue el comienzo de su época de gloria. En diciembre de ese año disputó (y ganó) la Intercontinental contra el Steaua Bucarest. Llegó a Tokio como la figura de River (para los japoneses y el marketing), y si bien fue titular, no brilló en ese partido pero pudo levantar el trofeo Intercontinental.

Llegó el llamado a la Selección Argentina campeona del mundo unos meses antes, para disputar de la Copa América ´87 como titular. Tras este campeonato River fue eliminado por  Independiente  en la Libertadores de ese año y el conjunto “Millonario” se fue desarmando a tal punto que Funes fue vendido al Olimpiakos de Grecia donde nunca pudo adaptarse a la vida europea ni a las costumbres griegas a pesar de que hizo varios goles.

Juan y tres grandes camisetas: la de River, la Selección y Boca.

Juan y tres grandes camisetas: la de River, la Selección y Boca.

Además extrañaba mucho su casa en San Luis, sus afectos y su querida a Argentina para desembarcar en Vélez Sársfield bajo la conducción del “Coco” Basile y luego nuevamente, por el “Bambino” Veira, como había sucedido en River. Jugó con, entre otros, el “Tigre” Gareca, Mancuso, Ischia, el “Pacha” Cardozo, el “Cholo” Simeone, Claudio Morresi y Sergio Zárate.

Ya maduro, experimentado y mucho más aplomado en su vida, Funes quiso volver por su revancha a Europa y el Niza de Francia lo tentó para jugar allí pero su incipiente problema cardíaco se lo impedirían. Nopasó la revisación médica y volvió al país.

Intentó en Boca Juniors y hasta jugó un partido de práctica con Banfield. Por sólo algunos minutos se puso la “Azul y Oro” y eso generó una gran simpatía de los hinchas “Xeneizes”. Sin embargo, no podía con la alta competencia y tuvo que dejar el fútbol, a pasar de los intentos que hizo en San Luis para volver a jugar, a tal punto que se incorporó a Defensores del Oeste y jugó algunos amistosos.

Su corazón enfermo le decía que tenía que dejar la práctica activa del fútbol. Vinieron luego las operaciones en Mendoza y un verdadero “calvario” a causa de las mismas. No obstante, tuvo tiempo para inaugurar su Escuelita de Fútbol, donde hoy su hijo, Juan Pablo tiene funcionando la fundación “Corazón de Búfalo” donde trasmite los mismos valores y sentimientos de su padre.

Panteón donde descansan los restos mortales de quien fuera un permanente embajador del fútbol puntano.

Panteón donde descansan los restos mortales de quien fuera un permanente embajador del fútbol puntano.

Sobre su muerte, Diego Armando Maradona diría luego en su libro “Yo Soy El Diego”: “Hoy podría agregar al Búfalo en la lista de mis grandes amigos, de los más íntimos, aunque recién hablamos y nos sentimos juntos en serio, con profundidad, en los últimos quince minutos de su vida, El estaba internado, con el corazón roto, pobre, con el corazón partido. Ver a ese oso bueno, a ese hombre enorme postrado en la cama, era una imagen tremenda, muy dolorosa. Con Claudia seguíamos la cosa bien de cerca. Y el último día, por esas cosas del destino, por esas cosas que el Barba tiene reservadas para mí, yo estaba ahí, justo ahí, al lado de la cama. Y se murió, ahí, nomás. Casi en mis brazos”.

Fue velado en la Casa de Gobierno de su San Luis y despedido por más de 40 mil personas que colmaron las calles puntanas en una manifestación espontánea de amor hacia su ídolo.

Ese 11 de enero a las 0:00 horas de San Luis y 23 del día 10 de enero de 1992 para Buenos Aires (había una hora de diferencia con la Capital Federal) moría Juan Gilberto Funes, un ídolo que se comenzaba a transformar en un mito.

“Porque nunca renegó de su origen, porque permanentemente mantuvo la humildad, porque siempre regresó a su provincia, porque proyectó de manera brillante a su patria chica por el país y el mundo… Su pueblo no lo olvida”, se lee en la plaqueta de su monolito, emplazado en la Avenida Illia en su intersección con Junín y San Martín y que resume lo que fue Juan más allá del fútbol.

Nota: Jorge Scivetti.

Fotos: Archivo de la web.