Turismo San Luis

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ALEJANDRO CASSETTAI
lunes, 23 marzo de 2015 | 14:22

“El básquet argentino perdió su oportunidad histórica”

Alejandro Cassettai, es el jefe de equipo de San Lorenzo de Almagro en este Torneo Nacional de Ascenso 2014/2015. Un hombre polifuncional que volvió a trabajar en la Confederación Argentina de Básquet (CABB), donde estuvo 15 años haciendo “un poco de todo”, como es su costumbre. Habló, desde su relación con la generación dorada y Ginóbili, hasta la realidad en la que se encuentra el básquet argentino.

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“Volví a trabajar en la CABB, desde hace tres o cuatro meses más o menos, con esta nueva dirigencia y apoyado por algunos jugadores que me han pedido que vuelva, y con ganas, porque creo que en este momento hay que apoyar a la Confederación para tratar de salir adelante”, fueron sus primeras palabras, mientras aguardaba el inicio del partido entre “la Fusión” y “su” San Lorenzo.

“Me hicieron una propuesta. Soy de San Lorenzo, jugué en las divisiones formativas, en la primera división y en la Liga Nacional. Toda mi familia es de San Lorenzo y el ‘gustito’ a que haya básquet a nivel competitivo en San Lorenzo me hizo dejar la Confederación”, contó el ex base.

Acerca del por qué dejó su cargo como director de competencia del Torneo Federal de Básquet, Cassettai expresó: “La CABB maneja dicha competencia, y con San Lorenzo participando en ella, no era lógico ni ético que mantuviera el cargo”.

Alejandro Cassettai, contó a ANSL acerca de aquellos años, que coincidieron con la aparición y apogeo de la generación dorada.

“Estuve quince años. Comencé dando una mano porque encontré justo un lugar que no estaba ocupado por ninguna persona, que es el cargo de jefe de equipo; lo hice sin saber bien cómo era la función en sí”, recordó.

“A veces lo ocupaban dirigentes, pero solamente cuando se realizaba el viaje. En toda la previa de la organización, ya sea de las selecciones formativas, mayores, las giras y todo los pormenores que trae salir a competir, no había nadie. Entonces, de a poquito, empecé a involucrarme y terminé siendo el jefe de equipo tanto de los mayores como de las menores”.

“Case” o “Caseta”, como lo llaman en el mundillo del básquet, recordó el primer encuentro con los que fueron, tiempo después, ganadores del oro en los Juegos Olímpicos, en Atenas 2004.

”En el año 95, cuando Guillermo Vecchio estaba como director técnico, en el CeNARD había problemas de todo tipo: no llegaban los alimentos, hubo una inundación, pulgas en los colchones, etc. Y en esa época yo estaba trabajando en la Asociación de Jugadores de Básquet (AdJ). Leo en el diario que había salido esa información y me acerqué hasta el CeNARD para ver quiénes estaban del básquet y qué necesitaban”.

“Me acuerdo que fui un sábado y los pibes que estaban  eran de 17, 18 y 19 años. Victoriano (Lucas), “Manu” (Ginóbili), Nocioni (Andrés), Scola (Luis), eran todos ‘pibitos’. Me acerqué a ellos y lo primero que hice fue ver las necesidades que tenían y el domingo los llevé a comer un asado porque tenían hambre y hacía tiempo que la comida era escasa porque no llegaban los alimentos por la inundación que había”.

“A partir de ahí empecé a ir, a nivel personal, sin cumplir ninguna función especial y sin saber que ninguno de ellos iba a ser lo que hoy son, sino que fue un grupo que enseguida me llenó por la simpatía y buena onda que tenían, y empecé a ir todos los días a ver qué necesitaban”.

“Los conozco y los seguí siempre. Fui creciendo con ellos hasta llegar a la medalla dorada en las Olimpíadas de Atenas 2004, siendo el jefe de equipo, coronando algo tan lindo de todo lo que viví con ellos”.

Alejandro es así, comprometido con lo que cree y un apasionado del básquet. Su lugar en el baloncesto nacional, como fuente de consulta y referencia obligada para los aspectos técnicos, deportivos y organizativos, lo tiene ganado porque estuvo “ahí”. Los galones los obtuvo, precisamente en la cancha, pero del otro lado de la blanca.

“Con la generación dorada, y hasta con los que quedaron afuera (Victoriano, Palladino, Farabello), mantengo una buena relación. Con algunos mejor que con otros y con algunos de amistad. Con Fabricio Oberto, “Yacaré” Kammerich y “Manu” Ginóbili somos amigos”.

Esta relación de confianza que forjó Cassettai, a través de los años, hizo que Ginóbili dejara en sus manos los destinos de su Fundación.

“Estoy a cargo de la Fundación Ginóbili. Él la creó hace ocho años más o menos. Un día, en Mar del Plata, en una concentración junto con su esposa ‘Many’, me llamaron al subsuelo del hotel, donde tuvimos una charla, y consideraron que era la persona indicada para llevar adelante la Fundación, por una cuestión de amistad y de compromiso, fidelidad a la persona y ser honesto”.

Lo dicho: La máxima figura de todos los tiempos del básquet argentino, confía plenamente en él. Los jugadores de básquet prefieren tener dentro de su entorno alguien que conozca de esos códigos de vestuario.

“A veces me parece que es algo natural, por lo que viví, que forma parte de mí; pero cuando tomo dimensión, de estar tan cerca de una persona de la envergadura de él, con lo que logró, la verdad me llena de orgullo”.

Como hombre que vivió el proceso más exitoso de la historia del básquet argentino, desde dentro, era imposible que no se tocara el tema CABB. Siendo palabra autorizada para dar una explicación a la situación económica, y posterior caos dirigencial, que envuelve al ente rector.

“Dar una explicación del porqué, no es fácil. Hoy por hoy, cuando uno lee que la auditoría dio que faltan $35 millones en la CABB, la verdad, asusta”.

“Mientras estuve, se sabía que las cosas no estaban bien, desde siempre. Los jugadores manifestaban que se les debía mucha plata, a veces costaba pagar la lavandería, pagar las combis y, la verdad, que siempre el comentario interno era de que había un desfasaje financiero; que ‘cuando entre este sponsor nos pondremos al día’ y pasaba el tiempo, y eso nunca sucedía”.

“¿Y por qué sucedió esto? La verdad, no sabría decirte, porque nunca estuve en los números. Lo que sí te digo, que es preocupante. No es que se les debe a los jugadores nada más, se le debe a mucha gente y realmente llegar a esa situación, donde desperdiciamos 10 años de la generación dorada, donde podríamos haber conseguido no solo plata sino mucho más cosas para el deporte. Y no se hicieron. Creo que se pensó nada más en el momento y no a futuro”.

Pero lo doloroso para Cassettai, y para todos los amantes, conocedores de la “cocina” del deporte, lo que se lamenta, es el tiempo desperdiciado. Bases, cimientos que no se consolidaron.

“Hoy no tenemos un plan donde el básquet esté en todos los colegios, como pasó en Serbia, vos no ves canchas de básquet en las calles, no ves que esté instalado el deporte después de haber logrado todo lo que logramos”.

“Las canchas vacías en la Liga Nacional, no tenemos un trabajo hecho aprovechando la generación dorada que, lamentablemente, se nos está yendo por una cuestión de edad. Van a estar ellos, porque uno los ve involucrados y comprometidos con la Confederación, con la Selección, pero cuando no estén en cancha no sé hasta dónde vamos a tener ese empuje para poder seguir creciendo”.

La frase final de Cassettai es lapidaria y contundente. Resume el pensar de la mayoría de los estamentos del básquet: “Perdimos la oportunidad histórica de la vida, en el básquet y acompañado con eso, vino una debacle económica en donde ahora todo costará mucho más”.

 

Nota y foto: Adolfo González.