MALVINAS, EL LEGADO
lunes, 22 abril de 2024 | 11:24

Un amor signado por Malvinas

Cristina Susana Stojanov, viuda del excombatiente Carlos Ortiz, dice que a Malvinas y a los sucesos de 1982 no solo hay que recordarlos el 2 de abril, sino los 365 días del año. “Tenemos la suerte de tener veteranos vivos, y qué mejor que ellos mismos cuenten su historia. Se tiene que valorar a estos seres que dieron la vida”, afirmó. 

La Iglesia de Santa Rosa del Conlara es un lugar sumamente especial para Cristina Susana Stojanov. “Acá me casé con quien fue el amor de mi vida, el veterano de guerra Carlos Ortiz, que era nacido en esta localidad”, refirió Cristina. Sus ojos claros brillan aún más cuando cuenta que su esposo recibió la máxima condecoración, la ‘Cruz al Heroico Valor en Combate’. “Era enfermero. Salvó la vida del capitán Dovichi y levantó el cuerpo de uno de los primeros caídos en Malvinas, el capitán Castagnari. Cuando iba con la ambulancia, muchas veces se quedaba en los cráteres, con los cadáveres o socorriendo a los soldados. Me dijo que cuando sucedió lo del capitán Dovichi le pasó toda su vida por delante y que lo primero que se le apareció fue la imagen de su mamá”, contó.

Cristina y Carlos trabajaban en la Fuerza Aérea, en la parte de Sanidad. En 1982, antes de que Carlos se fuera a la guerra, eran simplemente compañeros de trabajo. En aquella época, él era suboficial auxiliar, tenía 36 años y Cristina 21. Por su rango y por la diferencia de edad, ella tenía con él un trato muy formal. Su imagen le infundía gran respeto. Cristina trabajaba en el piso 11 y él en uno más arriba. Para poder verlo, ella iba a buscar café a la planta donde Carlos estaba: los 12 pocillos que llegó a tomarse en una jornada hablan del profundo interés que tenía en él.

Cuando supo que se había ido a Malvinas, una compañera le sugirió que le escribiera una carta. Le escribió dos, en verdad, y le llegó una. En ella, Cristina le envió su medalla de bautismo. La respuesta trajo algo de alivio: Carlos le contó que dentro de todo estaba bien, y cerró la misiva con un ‘La vida por la Patria’. En julio Carlos volvió al país y después se tomó su licencia. En septiembre de 1982 acordaron verse en un café y allí, él le declaró su amor. Después de ese encuentro, no se separaron más. Estuvieron juntos hasta la muerte de él, en 2012.

Aunque no vivían en San Luis eligieron casarse en la iglesia de Santa Rosa del Conlara, el 8 de abril de 1988. Tuvieron dos hijos. “Malvinas es una causa que tengo muy adentro mío. Malvinas no es un 2 de abril, son los 365 días del año. Tenemos la suerte de tener veteranos vivos, y qué mejor que ellos mismos cuenten su historia. Desde donde está, Carlos me da fuerzas. Detrás de cada veterano hay una familia, hay una esposa, hay hijos que tratamos de entenderlos. No es fácil, después que volvieron no fueron las mismas personas, no tuvieron ayuda psicológica, sin embargo pusieron el pecho como patriotas”, expresó con orgullo.

Hace muchos años que Cristina corre la Maratón Héroes de Malvinas, y lo hace por los veteranos y también por ella misma. “Es un orgullo llevar la Bandera. Malvinas es una causa que nunca se tiene que perder. Por eso es importante que los veteranos den charlas en los colegios o donde sea, para que la gente sepa. Es nuestro territorio, es querer más a nuestra Patria, no sentir vergüenza de cantar el Himno. Tenemos un país y gente hermosa, y para ellos es un mimo. Se tiene que valorar a estos seres que dieron su vida”, refirió.