MALVINAS, EL LEGADO
sábado, 20 abril de 2024 | 12:53

Ser la voz de los que quedaron en las islas

El veterano Gustavo Daniel Silva lleva adelante la tarea de malvinizar con mucho orgullo y con responsabilidad: sabe que contar lo que ocurrió en las islas es central para que sus camaradas fallecidos y la gesta no queden confinados en el olvido. 

Hasta el 1° de mayo de 1982, para Gustavo Daniel Silva, lo único singular en Malvinas era el frío. Pero esa jornada, en la que en todos los puntos del planeta se conmemora el Día del Trabajador, él y sus compañeros recibieron el primer ataque. Ahí, Gustavo conoció el verdadero peso de la guerra. “Pensábamos ‘vamos a estar un tiempo y después volvemos a casa’. Después de esa fecha, vimos que todo venía en serio. En donde estábamos, en Bahía Zorro, había un buque que descargaba combustible, estaban por hacer un helipuerto. De repente se emitió un alerta roja, al que no le dimos mucha importancia. Pasaron los aviones y tiraron con lo que tenían”, recordó Gustavo.

Gustavo es un cordobés que hace 12 años eligió Tilisarao como lugar para vivir. “Era suboficial del Ejército. Hice mi carrera en Buenos Aires y fui destinado a Comodoro Rivadavia, y desde ahí partí a Malvinas”, contó. Era jefe de un cañón de 105 mm, en una sección de tres cañones.

A partir del 1° de mayo, los bombardearon casi todas las noches. En esas horas oscuras, Gustavo y sus compañeros intercambiaban algunas palabras, soñaban con comida, seguramente trasladándose imaginariamente a esas mesas compartidas con la familia y con los amigos. “Era tal el frío en la noche, metidos en un pozo, que mucho no hablábamos. Más los sábados, en los que nos bombardeaban desde las 22:00 a las 05:00 de forma constante. Se convirtió en costumbre recibir esos impactos. Ya lo habíamos asumido. Gracias a Dios no nos tocó ninguna. Lo que hablábamos con los soldados era morir de una vez si caía, no quedar sufriendo. La guerra no le hace bien a nadie. Nadie gana, todos pierden. Ojalá nunca más pase”, expresó.

Cuando volvió al país, a Gustavo lo esperaban familiares y vecinos. “La primera personita que alcé fue a mi ahijado, que en ese entonces tenía tres años. Viene todos los 2 de abril de Córdoba”, refirió. “Todos los excombatientes llevamos a Malvinas en el corazón, para que el pueblo no se olvide que allá quedaron 649 verdaderos héroes. Somos la voz de los que quedaron, vamos a seguir malvinizando por ellos y vamos a morir con ellos”, dijo.