MALVINAS, EL LEGADO
sábado, 20 abril de 2024 | 12:54

Un tatuaje y un cumpleaños

Silvana Candia es hija del veterano Ángel Candia. En homenaje a él lleva en su piel una imagen de las islas y la frase: ‘Mi padre, mi héroe’. Los 2 de abril son, para ella y su familia, jornadas muy especiales, por doble motivo: su padre cumple años en el Día del Veterano y los Caídos en Malvinas. Desde 1983 celebran su entrega, que haya vuelto de la guerra y que esté con vida.  

Silvana Candia lleva a Malvinas y a su padre en la piel, literalmente. Ella es hija del veterano de Malvinas, Ángel Candia. En 2014, durante la anterior gestión del gobernador Claudio Poggi, Ángel tuvo la posibilidad de volver a las islas, de reencontrarse con esa tierra austral, con lo vivido y con los 649 compañeros que se quedaron custodiando las islas. Tras ese viaje, Silvana y Ángel hablaron de hacerse un tatuaje, y aunque finalmente Ángel desistió —le parecía que estaba grande para ello—, Silvana llevó adelante la idea. Hoy lleva en la espalda un recuerdo y un homenaje indeleble: junto a la imagen de las islas, la frase ‘Mi padre, mi héroe’.

“Mi papá era de la Armada Argentina. Era contramaestre del  Aviso Ara ‘Alférez Sobral’. En la época de Malvinas mis padres ya estaban juntos y mis dos hermanos mayores ya habían nacido. Yo nací seis años después. Mi papá no comenta mucho de la guerra, hay cosas que sé por lo que recuerdan mis hermanos y porque he participado del acto que hacen los 3 de mayo, fecha en la que los bombardearon”, refirió.

Ese día, les dieron la directiva de entrar en la zona de exclusión para rescatar a dos pilotos que se habían eyectado y en esa situación los bombardearon. Fallecieron ocho tripulantes, entre ellos, el capitán Sergio Gómez Roca. “Cayó un misil, mi papá voló por el aire y la puerta de un buque le golpeó en la cabeza. Como consecuencia de eso, solo escucha de un oído y tiene un tumor en un pulmón”, explicó su hija. También sobrelleva las otras secuelas, las psicológicas: de noche, dormido, llora; en la casa hay que aguardar a que se duerma para apagar las luces; e incluso el sonido de la cadena del baño puede llegar a sobresaltarlo.

La familia y la camaradería entre los sobrevivientes han sido el verdadero refugio para escapar de los horrores bélicos. Varias veces al año, los extripulantes se encuentran y comparten recuerdos, aquellos que, como un hilo invisible, unirá sus vidas hasta el minuto final. “La malvinización es tan importante como el día a día que hacen los veteranos y los ciudadanos, ya sea desde lucir una escarapela a respetar los símbolos patrios. Aunque parezca trillado, son héroes que tenemos cerca, no hay que esperar a que no estén para rendirles los honores”, dice.

Para Silvana y su familia, el 2 de abril tiene un doble significado. “Mi papá cumplió 30 años estando en la guerra. Él ya estaba embarcado. Los compañeros le hicieron una tortita, y él le llevó una porción al capitán. Él le dijo ‘bueno Candia, ojalá que el año que viene lo podamos festejar juntos’. Lamentablemente, un mes después, falleció en el bombardeo”, refirió. El capitán no volvió, Ángel sí. Por eso, cada 2 de abril celebran que está vivo, su coraje y que pudo regresar a casa.