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domingo, 24 febrero de 2013 | 08:29

Educar para el mañana

La jefa del Programa Educación y Desarrollo para la Sociedad del Conocimiento, Silvia Baldivieso, analiza los desafíos de la escuela en la era 2.0.

El paradigma de la sociedad del conocimiento supone una transformación de la educación tal como la conocemos: los pizarrones son reemplazados por dispositivos interactivos; los cuadernos, las carpetas y los útiles, complementados con tablets y netbooks, y las aulas se están convirtiendo en espacios de discusión e intercambio de ideas, donde el docente deja de ser el único poseedor del conocimiento. Pero no sólo cambian las herramientas, también se modifica el rol de los actores que construyen la escuela día a día: los docentes, los alumnos y los padres.

Para los más optimistas, las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) tienen un gran potencial para favorecer el aprendizaje, el pensamiento crítico y el trabajo colaborativo de los alumnos. Pero, ¿es realmente esto así? Para Silvia Baldivieso, la prestigiosa educadora sanluiseña que coordina el Programa Educación y Desarrollo para la Sociedad del Conocimiento de la Universidad de La Punta (ULP): “Pueden favorecer, pero también anular la posibilidad de trabajo y pensamiento de un estudiante”.

Según la académica, el quid de la cuestión está en el propósito de la clase, en para qué se introducen recursos (entre ellos, las tecnologías) y en cómo se utilizan. “Las tecnologías propician el desarrollo de clases activo-participativas, pero si sólo se usan para hacer un ´karaoke´ con las diapositivas, se limita la posibilidad de interactuar, pensar y aprender del alumno”, asegura Baldivieso.

El gran desafío reside, entonces, en cómo el docente introduce las TIC en la enseñanza diaria. “Los docentes deben crear situaciones de aprendizaje que amplíen el horizonte de los estudiantes y promuevan la reflexión, la comprensión y la creación”, añade.

El nuevo rol del docente

Lejos de ser la persona que impartía contenidos de una manera vertical, el docente se ha transformado en un facilitador de conocimientos, en un guía capaz de ayudar a sus alumnos en el proceso de aprendizaje. Pero cuesta mucho que los docentes asuman este nuevo rol. Al respecto, Baldivieso señala: “Hay una tendencia e historia que pesa sobre lo que es ser un buen docente. Romper paradigmas no es un proceso fácil. Hay que asumir el desafío de imaginarse una nueva forma de trabajo. Resulta esencial animarse a dejar las certezas que otorgan lo ya conocido, para moverse, crear y experimentar bajo los parámetros de una sociedad líquida, caracterizada por la transformación continua y la incertidumbre”.

En este nuevo paradigma, el estudiante asume un protagonismo mucho mayor, ya que dispone de numerosas fuentes de información y herramientas de exploración y conocimiento. En este sentido, el docente debe plantear qué aprendizajes y capacidades quiere desarrollar en sus alumnos.

“Los chicos tienen más tiempo, más posibilidades y más información que los docentes, pero esto no implica que hayan logrado un aprendizaje significativo ni capacidades para vivir en sociedad”, opina Baldivieso. Y agrega: “Está en el docente ayudarlos a desarrollarse integralmente para que puedan desarrollarse activamente en la sociedad del conocimiento”.

“Los docentes deben plantear qué aprendizajes y capacidades quieren desarrollar en sus alumnos”, asegura Baldivieso.

“Los docentes deben plantear qué aprendizajes y capacidades quieren desarrollar en sus alumnos”, asegura Baldivieso.