miércoles, 28 agosto de 2019 | 14:57

Uno sin legitimidad, otro, aún no legalizado

El vacío de poder observado por el FMI es real, más allá de desmentidas y comunicados. Es imposible pensar en un cogobierno pues las miradas son opuestas.

Como una pluma al viento. Un rumor por aquí, un documento por allá, una desmentida acullá y los mercados suben o bajan, se calman o recalientan. El Gobierno nacional, a cargo del timón de este barco a la deriva, no brinda la más mínima estabilidad a su población.

En medio de la disputa electoral entre el oficialismo y el candidato opositor más elegido en las PASO aparece un tercer actor, el FMI. Hasta hace poco, claro aliado de Macri. Pero ante sus escasísimas chances de ser reelecto, busca otro interlocutor. El problema es que Alberto Fernández jurídicamente es solo un candidato. En este sentido están a la par todos los que superaron el 1,5% de los votos. La realidad política es otra. Jurídicamente, Macri detenta el poder. Políticamente la palabra de Fernández es la más poderosa.

El FMI no encuentra interlocutor válido, he allí el vacío de poder. El presidente legal, no cuenta con legitimidad y el legitimado no tiene herramientas legales, pues es solo candidato.

Por los medios se escucha el pedido que consensúen, para llevar tranquilidad a los mercados, ¿es esto posible? ¿es posible que los dos candidatos más votados se pongan de acuerdo o cogobiernen?.

Si pensaran que la solución es la misma sería posible, pero Macri y Fernández plantean respuestas diametralmente opuestas. Las políticas aplicadas por Macri, privilegiaron el sistema financiero, el endeudamiento externo y provocaron recesión, inflación, ajuste, desempleo, y pobreza entre otros males. La propuesta de Fernández, es reactivación del consumo para encender la producción, optar por los jubilados, los trabajadores y la industria en vez de los bancos, renegociar con el FMI en vez de acatar sus recetas.

Son políticas opuestas y hasta contradictorias, ¿cómo es posible cogobernar así? Si no se puede tener dos generales en una batalla, imagínese cuánto peor sería si uno ordena ratificar el rumbo y el segundo ir por otro camino.

Estamos ante una situación crítica y frágil. El riesgo país cerró en el día de ayer en un número que recuerda un año: 2001.