EL VATICANO
lunes, 28 marzo de 2016 | 12:11

El papa Francisco condenó al terrorismo y pidió amor, justicia y reconciliación

Tanto el domingo de Pascua de Resurrección en su mensaje, como hoy durante la celebración de la Regina Coeli, realizó un fuerte llamado a la paz y deploró la violencia en el mundo.

El papa Francisco condenó al terrorismo y pidió amor, justicia y reconciliación.

El papa Francisco condenó al terrorismo y pidió amor, justicia y reconciliación.

En su cuarto mensaje pascual, el papa como siempre habló desde el balcón central de la Basílica de San Pedro al mediodía, después de haber celebrado la Misa de la Resurrección en una Plaza de San Pedro colmada de fieles de todo el mundo.

“Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua!”, expresó Francisco, en un mensaje en el que destacó que “ante las vorágines espirituales y morales de la humanidad, ante al vacío que se crea en el corazón y que provoca odio y muerte, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación. Sólo Dios puede llenar con su amor este vacío y hacer que no nos hundamos”, aseguró.

En un Vaticano blindado como nunca, por temor a atentados, en su tradicional mensaje pascual el papa Francisco volvió a hacer el domingo 27 de marzo un fuerte llamado a la paz y deploró el terrorismo, “esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo”. Al hacer un repaso de los conflictos que azotan al mundo, al margen de mencionar Siria, Irak, Yemen, Libia, Ucrania y el conflicto palestino-israelí, sorprendió al pedir diálogo en Venezuela.

“Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su Hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos. Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos”, dijo.

Pidió por Siria, “un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho humanitario y la desintegración de la convivencia civil”. Y alentó las negociaciones en curso para un conflicto que cumplió recientemente 5 años y que produjo miles de muertos y desplazados. “Encomendamos al poder del Señor resucitado las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción de una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos”, dijo. Se refirió después a la explosiva zona de Medio Oriente, mencionando en especial Irak, Yemen y Libia y al conflicto palestino-israelí, para el cual llamó a “trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras”.

El papa llamó a promover en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco.

El papa llamó a promover en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco.

Luego de alentar a una solución definitiva para la guerra en Ucrania, expresó su cercanía a las víctimas del terrorismo, “esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil”.

Antes de mencionar por primera vez en este tipo de mensaje a Venezuela, recordó también a los países de África lacerados por tensiones políticas y sociales, como Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.

Llamó a promover en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, “lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos”, y volvió a señalar el drama de los cientos de miles de desplazados -50 millones- que hay en este momento en el mundo. “Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados -incluyendo muchos niños- que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Estos hermanos y hermanas nuestros encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda”, clamó. El jueves pasado, en otro mensaje fuerte a los políticos en una Europa que le cierra las fronteras a los migrantes, Francisco les lavó los pies a refugiados de un centro de acogida de las afuera de Roma.

Después de impartir la bendición “urbi et orbi”, agradeció a la multitud que lo vivaba, volvió a desear Feliz Pascua y se despidió con su clásico: “No se olviden de rezar por mí, buen almuerzo pascual y ¡arrivederci!”.

Este lunes, al dar su mensaje de Regina Coeli, liturgia que durante el tiempo de Pascua reemplaza al Ángelus, condenó el atentado en Pakistán en el que murieron más de 70 personas durante la celebración de la Pascua en un parque.

“Deseo expresar mi cercanía a todos los afectados por este crimen cobarde y sin sentido, e invito a orar al Señor por las numerosas víctimas y sus seres queridos”, dijo el pontífice desde el balcón del Palacio Apostólico del Vaticano.

“Hago un llamado a las autoridades civiles y a todos miembros de la sociedad de esa nación para que hagan todo lo posible para restablecer la seguridad y la serenidad a la población y, en particular, a las minorías religiosas más vulnerables”, pidió el obispo de Roma.

Aprovechó la celebración para repetir “que la violencia y el odio asesino sólo conducen al dolor y la destrucción”, y afirmó que “el respeto y la fraternidad son la única manera de lograr la paz”.

“Que la Pascua del Señor inspire en nosotros, aún con más fuerza, la oración a Dios para que se frenen las manos de los violentos, que siembran el terror y la muerte, y en el mundo puedan reinar el amor, la justicia y la reconciliación”, finalizó el papa, quien llamó a rezar “por todos los muertos en este atentado, por sus familiares y por la minoría cristiana”.

Después de impartir la bendición "urbi et orbi", agradeció a la multitud que lo vivaba.

Después de impartir la bendición “urbi et orbi”, agradeció a la multitud que lo vivaba.

Fuente: La Nación y Agencia Télam.

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