DÍA MUNDIAL DE LA POESÍA
martes, 22 marzo de 2016 | 10:35

“La poesía es una manifestación existencial”

Gustavo Romero Borri recuerda sus inicios e influencias en la poesía. Además analiza la etapa actual de ese género literario milenario en la provincia.

Para Gustavo Romero Borri la poesía es una manifestación existencial.

Para Gustavo Romero Borri la poesía es una manifestación existencial.

_¿Cuándo apareció la poesía en su vida?

_Para usar una metáfora voy a decir que cuando la poesía apareció en mi vida sentí que había descubierto una habitación nueva en mi propia casa.

Yo tenía 16 años. Estudiaba la secundaria en un pueblo del norte de San Luis y vivía en una pensión de estudiantes. Me aburría la televisión color porque sólo transmitía el Mundial 78; me aburría mi propia vida y el modo abúlico y sin asombros en que discurría todo a mí alrededor.

Aunque somos de la ciudad de San Luis, mi madre (por entonces maestra rural en la zona de San Martín) entendió que la atmósfera tranquila de un pueblo sería propicia para concentrarme en los estudios. Por eso estaba ahí. Mi descubrimiento de la poesía fue muy solitario. No tenía casi a nadie con quien compartir mis hallazgos. Además coincidió con esa época posadolescente, en donde nos hacemos todo tipo de preguntas. Si a esto se suma que estaba lejos de casa, sólo puedo recordar momentos de profunda soledad pero una soledad muy poblada por todo lo leído. Por eso creo que la poesía orientó mis desconciertos y les dio un sentido claro.

En ese tiempo yo creía que la vida, la verdadera, esa con la que soñaba, estaba ocurriendo en “otro lado” y que algo me estaba perdiendo. Ya tenía la inquietud por la lectura fuera de la escuela; leía lo poco que podía encontrar en mi entorno. Quizás en vista de eso me ofrecieron atender por las siestas la biblioteca del pueblo. Y ahí tuve acceso a las lecturas iniciáticas de mi formación incipiente. A través de esas lecturas de poetas importantes descubrí que en ellas residían “esos otros mundos” que vislumbraba y extrañaba sin haber estado jamás en ellos. Esa experiencia primera fue decisiva y destinante, porque a la vez que me nutría de los universos mentales leídos en los libros, comencé a garabatear mis propios poemas y a llenar cuadernos con ellos. No obstante, para mí escribir poesía nunca fue un mero desahogo sino una afirmación de mi existencia y de mi individualidad; la palabra individualismo es otra cosa… Dije individualidad.

Visto desde el presente, siento que leer a los otros e intentar escribir lo mío fue mi escuela primera y configuró en mi espíritu la necesidad de establecer un diálogo con la tradición, con los predecesores en este arte. Por eso nunca creí en los poetas que yo llamo “silvestres”. Creo, porque lo he comprobado, que los poetas se deben cultivar, leer, nutrirse lo más posible de la cultura existente, medirse con los grandes libros y atreverse a decir lo suyo en medio de la diversidad de voces, pensamientos y posturas circulantes.

Cuando advertí el aguijón de la poesía interpelándome tuve la suerte de estar rodeado de no muchos pero esenciales libros para el momento y circunstancia que vivía. Para un poeta actual que se inicia en estas aventuras del saber y del ser, los accesos al diálogo con otros son más posibles a partir de internet. En ese sentido, siento que me formé, en principio, dialogando con lejanías, no sólo conceptuales sino también geográficas. Hoy los puntos de encuentro pueden converger en la pantalla de una computadora. La poesía llegó a ese joven que yo era de un modo casi natural. Me dio la posibilidad de ampliar mi mundo sensible y esa ganancia jamás he dejado de enriquecer hasta el día de hoy.

_¿Hay diferencia entre el lenguaje poético y la prosa?

_Llegué a la literatura a través de la poesía. El descubrimiento de ese lenguaje sugestivo, sostenido por alegorías verbales, fue transformador. He leído y escribo textos en prosa: mayormente crónicas y ensayos literarios. Tengo varios cuentos escritos pero me parecen intentos fallidos.

El lenguaje poético es la mayor posibilidad que tenemos los hombres de expresar la intimidad del ser. La poesía es como una plegaria o un canto celebratorio. La prosa, en cambio, tiene otra técnica, otras dificultades y se propone narrar, relatar. Un poeta español, Gamoneda, escribió que “la poesía es la interrupción de la narración”. Coincido con él, aun cuando existen poemas que narran y que generalmente pertenecen al género épico. Sin ir más lejos, el poema de Agüero “Digo el llamado” es una narración en verso porque cuenta un episodio conmovedor que estaba anteriormente documentado en los libros de historia. La potencia de su lenguaje poético embellece este relato elevándolo a la magnitud del arte. En ese poema famoso, al menos para los puntanos, Agüero no cuenta nada que no haya estado previamente contado por los historiadores de su época. Sin embargo, al referir esos hechos en clave poética, les infunde una emocionalidad que los eleva.

La poesía y la prosa son dos géneros literarios. Pero tienen orígenes distintos y desarrollos autónomos. Para referir un momento de percepción único utilizo el poema y para narrar algo, uso la prosa. Pero siempre me siento más pleno y agradecido cuando logro un buen poema. La prosa es más manejable, no necesita tanto de la inspiración. Ahora mismo estoy usando la prosa para responder este cuestionario y me es muy grato hacerlo. Quizás sea porque estoy diciendo algunos pensamientos con motivo del Día Mundial de la Poesía. Pero siempre creo que la poesía, además de ser un género literario milenario, es sobre todas las cosas “una manifestación existencial”.

 _¿Cuál es la utilidad de la poesía?

 _La poesía es útil en la medida en que no se la compare con un jarrón decorativo, un cuadro para el living, un vehículo de alta gama, una casa de tres pisos con pileta y jardín o con un título universitario. La utilidad de la poesía es de orden cultural y espiritual, no funcional. Si no creyera que la poesía es útil en esa dimensión, hubiera dejado de escribir hace muchos años. La poesía es útil porque es una creación humana tallada en el lenguaje, el patrimonio más particular que tenemos los hombres. Y en un buen poema disfrutado y sentido podremos comprobar que el lenguaje prosaico de todos los días se convierte en otra cosa; se transfigura para acceder y brindar una versión de la belleza. Las comunidades se verían muy empobrecidas si no tuvieran la posibilidad de acceder, aunque sea por un rato, a la experiencia de la belleza. Y en ese sentido la poesía nos conecta con lo que realmente somos porque la belleza, cuando es genuina, va de la mano de la verdad.

_¿Cómo cree que los profesores podrían motivar a los jóvenes para visualizar imágenes poéticas, cultivar la atención y afinar la percepción subjetiva?

_No soy docente ni profesor por eso me abstengo de dar consejos sobre este tema. Por invitaciones que me han hecho he visitado muchas aulas o expuesto ante alumnos sobre temas literarios. En la Semana de la Puntanidad tuve una agenda de exposiciones muy seguidas una de otras a pedido de directivos o docentes ante poblaciones diversas de alumnos. En todos los casos percibí un interés auténtico de los alumnos por enterarse de los temas que referí. Pero fue algo excepcional y enmarcado en esas actividades establecidas por ley. Supongo que el método principal para transmitir a los alumnos la literatura y todas sus inmediaciones depende de la pasión e interés del docente. El primer apasionado y entendido debe ser el docente. Luego eso se transmite y comparte. Los pibes de ahora son muy perceptivos. Se dan cuenta cuando quien está frente al aula está cumpliendo con unas horas de trabajo o está cumpliendo con una vocación que es la de compartir un saber.

De todos modos es muy espinoso opinar sobre esto, sobre todo -como dije antes- porque mi práctica frente a las aulas ha sido siempre circunstancial y escasa. Tengo sí muchas horas frente a grupos como coordinador de talleres literarios, cursos a término de letras o seminarios sobre aspectos particulares de la literatura. Pero esto no cuenta en este caso porque los asistentes a estas clases se inscribieron por propia voluntad, es decir que había un interés previo por los temas propuestos.

En febrero ante el Algarrobo Abuelo, Romero Borri presentó su libro El peso de la luz en la mano. Este sábado se presentará en la ciudad capital.

En febrero ante el Algarrobo Abuelo, Romero Borri presentó su libro El peso de la luz en la mano. Este sábado se presentará en San Francisco.

_¿Considera que la poesía de San Luis está viviendo una etapa de renovación?

_La poesía, como toda expresión artística, sea del género que fuere, si no se anquilosa en paradigmas formales repetidos, está siempre en movimiento y renovación. Una generación (supongamos de una década a otra) cambia e incorpora a la vida otras visiones, experiencias y aún valores. La poesía también se renueva, sin perder su esencia, al ritmo de esas generaciones cambiantes.

Cuando era joven y empecé a escribir y a pronunciarme públicamente en la ciudad de San Luis, la poesía (salvo pequeños grupos de cofrades) era considerada por el común como una ocupación exótica, una manera de perder el tiempo y carecía de valor social. Eso yo lo percibía calladamente, pero como una fuerza negativa, desalentadora. En muchas ocasiones, ante determinados contextos sociales, escondía mi vocación o al menos intentaba disimularla, volverme secreto.

Por eso cuando me fui a Buenos Aires a estudiar Letras, si bien no concluí mis estudios, me sentí liberado de ese tipo de presiones. Allá me vinculé con personas para quienes la poesía ocupaba un alto lugar entre las aptitudes creadoras de los hombres. Conocí a personas de mi edad o de generaciones anteriores para quienes descubrir la poesía había sido una experiencia transformadora para sus vidas. Todo ello influyó muy positivamente en mi autoestima y me dio la posibilidad de seguir, aun cuando experimenté con dolor la nostalgia por esta tierra nativa, sus gentes y la memoria de sus gentes. Escribí muchos poemas que dan cuenta de la añoranza por San Luis, entre ellos, el poema “Origen” que adjunto a esta nota.

Creo que en el San Luis actual el pensamiento sobre estas cuestiones ha progresado para bien de todos. De hecho, nuestra provincia tiene el Museo de la Poesía, único en Latinoamérica por su concepción y objetivos. Observo que hay poetas jóvenes que están escribiendo de modo diferente a sus predecesores porque tienen otras búsquedas y seguramente otras necesidades. Pasa que muchos de ellos o ellas no se han presentado en los ámbitos culturales o lo hacen en forma muy esporádica. Hay en San Luis una poesía nueva que permanece inédita, quizás por propia decisión de sus autores, porque está en proceso de maduración o por falta de oportunidades para mostrarse.

_¿Cuál es el libro de poesía al que siempre vuelve?

_Es difícil responder a esto. Siempre vuelvo a releer aquellos libros que considero entrañables; al regresar a ellos los encuentro distintos, quizás porque yo, el lector, ya no soy el mismo que cuando los leí por primera vez. No puedo nombrar un título pero sí decir que vuelvo reiteradas veces al español Miguel Hernández, a la poética de Borges, al entrerriano Juan L. Ortiz, su obra completa que tiene 1200 páginas. Vuelvo a Antonio Esteban Agüero porque siempre surge su nombre en cualquier charla literaria. En fin… sería una constelación de nombres a los que vuelvo por diferentes motivos. Ahora, por ejemplo, he vuelto al poeta de San Martín, César Rosales, porque debo referirme a él en el acto que han programado por cumplirse el centenario de su nacimiento el 28 de marzo.

Quiero decir que no vuelvo a ningún libro de poemas en particular, excepto a La Biblia, por su lenguaje y su influencia innegable en gran parte del mundo que habitamos. El “Eclesiastés” es el libro que más releo. Me atrae su sabiduría contundente y bella donde la gloria y el fracaso no se miden en los términos habituales. El libro, además de su belleza de escritura y mensajes, contiene un estribillo inolvidable: “…Y todo es vanidad y correr tras el viento”.

_De estas cinco definiciones cuál representa su oficio de poeta y porqué:

 “Los verdaderos poetas son videntes”, Radindranath Tagore.

“El poeta no pide benevolencia, sino atención”, Federico García Lorca.

“El poeta es un hombre/ al que a veces agobian la incomprensión, el barro/ el alquiler, la luna”, Raúl Gonzalez Tuñon.

 “Hay cosas más antiguas que la economía: la poesía”, John Dos Passos.

“Todos empezamos por ser escritores geniales. Luego volvemos a la cordura.”, Borges.

_ Acuerdo con todas las definiciones anteriores de la poesía, pero opto por lo dicho por Borges.

Es lamentablemente cierto que cuando uno es joven y apasionado, y está fervoroso con lo que hace o piensa,  tiende a creerse genial. Quizás porque sólo percibe lo que a uno le pasa y se complace en ello. Después la vida nos enfrenta con otros aprendizajes y experiencias vitales, el mundo se convierte en algo más complejo, inabarcable y hasta desconocido, en cierto punto. Siguiendo a Borges, siento que volver a la cordura es como reconocer la realidad, percibir sus limitaciones y las nuestras, pero sin olvidar jamás la efervescencia de los sueños que fueron y son como el abono esencial, la visión primera e intraicionable que nos hace ser hoy una versión más serena de lo que fuimos ayer.

En esa línea, y sin distanciarme con lo que dice Borges, tuve siempre presentes los párrafos de Antonio Esteban Agüero cuando escribió: “Vivir en poesía es haber conservado hasta el tiempo de la madurez, el inconformismo de la adolescencia y hasta el ciclo de la ancianidad los ojos descubridores de la infancia”.

 

Nota: Matías Gómez.

Foto: Gentileza.

Corrección: Berenice Tello.