DEPORTE ACUÁTICO
sábado, 28 noviembre de 2015 | 19:25

Carlos Vidal, más de medio siglo bajo el agua

Hace 52 años que es buzo. Fue distinguido por una institución francesa como instructor de docentes. Conoció al mítico Jacques-Yves Cousteau y vive en San Luis hace más de tres décadas.

Carlos Vidal hace 52 años que es buzo. Se inició con la caza submarina.

Carlos Vidal hace 52 años que es buzo. Se inició con la caza submarina.

La calidez en sus palabras da cuenta de que durante sus 70 años también buceó por aguas mansas. Su precisión mientras explica, revela cuan docente es. En Francia “pescaron” esa vocación, y lo reconocieron como “maestro de maestros”. El  biólogo, explorador, cineasta, innovador, fotógrafo, conservacionista, oceanógrafo, escritor e inventor, Jacques-Yves Cousteau también apreció su talento. Carlos Vidal es profesor nacional de Buceo y cumplió 52 años con su pasión que despertó durante su adolescencia al ver “El mundo del silencio”, de Cousteau.

“Es una terapia bucear. Estás en un mundo de silencio porque no escuchás nada, solamente tu respiración. Es fabuloso. Nueve meses estamos en la panza de una mujer, en medio del líquido y respirando por un tubo. ¿Cómo no nos va a gustar la inmersión?”, señaló sonriente en su casa, ubicada cerca del cruce entre Ruta 147 y calle Riobamba.

Vidal fue subcampeón argentino de caza submarina. Buceó en Perú, Brasil, Uruguay, Chile y en casi toda la Patagonia. También nadó en cuevas, es decir que se dedicó a la Espeleología Submarina, la ciencia que explora y estudia las cavidades. Luego formó a instructores que ahora enseñan en España, el Caribe, Ushuaia y Puerto Madryn.

En la actualidad, el profesor nacional oriundo de Buenos Aires que festejó las bodas de oro con el buceo, tiene cinco hijos y cinco nietos. Invitado por el entonces gobernador Adolfo Rodríguez Saá, en el 83, vino a la provincia junto a una delegación para difundir actividades acuáticas en el Dique La Florida.

“El agua era más transparente que ahora. Hoy tiene como un metro de visibilidad”, precisa. “En cambio Nogolí es mucho más lindo que La Florida para bucear, porque recibe agua transparente, aunque faltan sombras en los alrededores”, opinó el experimentado “hombre rana” que fue presidente del Club de Buceo de San Luis durante dos períodos.

El dique ubicado 49 kilómetros al norte de la ciudad capital, atesora casas sumergidas, a las cuales es preciso llegar en kayak para recorrerlas. “Lo único que quedan son paredes, aberturas, pero es un atractivo visitar una casa inundada”, expresó Vidal.

“Otro lugar muy bonito para difundir es San Francisco. El Dique Piscu Yaco tiene 18 metros de profundidad y un entorno muy lindo”, repasó el buceador en cuyo nombre hay un aula en el Club Azul Profundo.

Vidal describe a quiénes frecuenta durante sus paseos acuáticos: “Se ven mayormente carpas, las tenés a flor de piel. Por ahí nos pasan cardúmenes de pejerreyes chicos, pero los grandes no se acercan. Y en el Río Grande veíamos truchas en contra de la corriente”.

Carlos además batalla contra el “buceo light” o el que se practica sin preparación teórica. Entre sus proyectos para San Luis compartió: “Si tuviera posibilidades me gustaría hacer una buena bajada en Nogolí con playones y arbolado”.

Vidal estima que 300 personas en la provincia han terminado los cursos del club. “Fuimos los primeros que fomentamos el buceo en altura, porque La Florida está a mil metros, no es lo mismo que bucear en Mar del Plata o Buenos Aires. Las condiciones fisiológicas son diferentes porque tenés menos presión atmosférica, porque varía la profundidad, lo que estás respirando y muchas cosas. Por ejemplo: bucear a 10 metros en Mar del Plata acá a 9 metros tenés la misma presión. En San Luis salían buceadores que saben bucear en altura”, explicó.

“O para viajar en avión después de bucear hay que dejar pasar un día completo para que se disuelva el nitrógeno en la sangre, porque sino se puede tener una embolia cerebral”, analizó para subrayar: “Gracias Dios que acá en San Luis nunca hubo un accidente porque siempre se insistió en la seguridad”.

Carlos conoció al mítico Jacques-Yves Cousteau y vive en San Luis hace más de tres décadas.

Carlos conoció al mítico Jacques-Yves Cousteau y vive en San Luis hace más de tres décadas.

En cuanto al presente de la actividad, el profesor dijo que cuesta entrenar la mentalidad del buceador. “La pileta para nosotros es el gimnasio, pero también hay que estudiar Fisiopatología y cuestiones que se tienen que saber al dedillo para tener un buen nivel”, sostuvo.

Vidal destacó que en San Luis hay un club, a diferencia de otras provincias donde existen operadoras de buceo que son empresas privadas.

“El que tiene mucha plata se va al Mar Rojo o al Caribe a bucear. Por el Club pasan jóvenes que no tienen la posibilidad de viajar o no tienen el equipo completo”, consideró.

Anécdotas

“Cousteau hizo su llegada a Mar del Plata con precisión cronométrica, dirigiendo personalmente la maniobra de amarre de su buque ‘Calypso’ con tranquila eficacia y sin ayuda de remolcadores”, relató la Revista Vea y Lea de 1962. El cronista de la época recolectó además un curioso dato: “Los buceadores autónomos no pueden ser gordos porque cuando se trabaja bajo el agua, el nitrógeno se fija en los tejidos adiposos; a mayor cantidad de grasas en el cuerpo, aumenta el riesgo de intoxicación por nitrógeno. Este es solo uno de los muchos problemas que deben enfrentar los buceadores”.

Cousteau saltó a la fama con la publicación de su libro “El mundo del silencio” en 1953. Con igual título, el comandante francés produjo su célebre película, premiada con el título máximo en el Festival Internacional de Cine en Cannes, en 1956, y un Oscar de la academia estadounidense.

Pero aquella no fue la última visita del Calypso. A fines de octubre de 1975, el popular barco científico apareció en la península de Valdés para estudiar el comportamiento de las ballenas y los delfines.

“Estuve con Cousteau cuando vino a la Argentina en el año 75. Nos regaló equipos y me llamó para que visitara el Calypso”, contó orgulloso Carlos y dijo que el explorador marino le enseñó la tecnología satelital con la que contaba para bucear.

El pionero de la ecología, inventor de la escafandra autónoma y espía de la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial, murió a los 87 años, en junio del 97.

“Antes no era tan importante tener un tubo para bucear. Con un snorkel nos divertíamos como locos”, continuó Vidal. “En agua dulce buceé por los Esteros del Iberá. Ahí saqué un surubí de un metro veinte”, dijo separando las manos.

“Acá en San Luis había un sordomudo que tenía una apnea de cinco minutos y cuando tenían que ir a buscar un cadáver lo buscaban a él. No tenía ninguna preparación, simplemente una buena capacidad. El tipo se mandaba a cualquier profundidad”, agregó después.

Entre las ventajas del buceo, Vidal consideró: “Para el asma es muy bueno, porque por la forma de respirar ayuda a que se vaya”.

Vidal fue distinguido por una institución francesa como instructor de docentes.

Vidal fue distinguido por una institución francesa como instructor de docentes.

Más información

El curso buceo deportivo en San Luis sale $2250 y se puede pagar en tres cuotas. Dura tres meses con tres clases semanales, dos teóricas y una práctica en pileta climatizada. El curso es de una estrella de la FAAS (Federación Argentina de actividades subacuáticas) y la  CMAS (Confederación Mundial de Actividades subacuáticas). Las clases se dictan en el Velódromo y se puede consultar al 2664272780 y 2664696567.

 

Nota y foto: Matías Gómez.
Corrección y contenidista: Mariano Pennisi.