LITERATURA PUNTANA
sábado, 15 agosto de 2015 | 10:55

Celeste Domínguez, la refundadora de Arcadia

En 2014, la autora obtuvo el primer puesto en el concurso “San Luis Libro te publica tu primer libro” por la obra “El Planeta Inmóvil”. Con un estilo visual, filosófico y poético, su particular narrativa revela episodios de su vida.

En 2014, la autora obtuvo el primer puesto en el concurso “San Luis Libro te publica tu primer libro” por la obra “El Planeta Inmóvil”.

En 2014, la autora obtuvo el primer puesto en el concurso “San Luis Libro te publica tu primer libro” por la obra “El Planeta Inmóvil”.

Se nota el fino y artesanal trabajo. Cada palabra es un dispositivo que arquea, tensa o se relaciona con lo que pende. Entretanto la poeta, más que la novelista, advierte que se escapa algo irrecuperable en los protagonistas, quienes declinan a veces y sin fuerzas para motorizarlos rectamente. Incluso, parecen trozos seleccionados, como la propia obra, emancipando estructuras.

Aunque Arcadia es una unidad periférica de Grecia en la región del Peloponeso, María Celeste Domínguez (37) utilizó el territorio para referirse a un lugar ficticio, aludiendo al vivir en el propio pasado. Fueron dos años de buceo hasta que alumbró su primera novela poética, publicada por la Nueva Editorial Universitaria en junio de 2013.

En “Arcadia” hay varios párrafos tallados con envolvente melodía. Luego viene una palabra y punto. Otra punto. Mientras, se desprende la psicológica trama. En la página 13 está la génesis de “Arcadia”: “Ella./ Así, con su mirada anclada en la lejanía, ahogaba océanos en su garganta muda. Escribía un poema arcano en su memoria que jamás se quedó sin tinta/ Viajaba, siempre en el mismo sitio. /Detrás de su ventana de cuatro vidrios repartidos, empañados con su aliento triste, ella./ Siempre./”

La autora reconoce que escribir así por primera vez fue como un salvataje. Todo surgió en pedacitos de papel que después unió como rompecabezas en tono poético y con semillas de misterio. La obra fundó su interna ciudad literaria.

Domínguez es diseñadora gráfica de profesión; actriz y dramaturga por afición. Nació en Pilar, provincia de Buenos Aires, y se radicó en San Luis en 1994. Desde los 12 años desarrolló su vida artística en las distintas áreas del teatro (luminotecnia, actuación y dirección) y la literatura (poesía, cuento, relato, novela, guión cinematográfico) que convergen para ella en la dramaturgia.

Estudió teatro en el Centro de Formación Artística, siendo sus maestros Zunilda “Chuny” Crowe y Alejo Sosa. Realizó seminarios con el destacado dramaturgo Mauricio Kartun, fue becaria de BAS XXI, en las áreas de Literatura y Teatro, y jurado en concursos literarios de la provincia.

Estrenó sus últimas piezas teatrales en salas de San Luis, entre ellas “Consortes, en su solitaria transición” (2004), “360° Peripecia del camino” (2009), “Triciclo Ámbar” (2012), “A corta distancia” (2013), “Atravesando Arcadia” (2013).

Integrante del ex grupo teatral “Tótem, Núcleo Creativo”, actualmente forma parte del grupo “Teatro Estudio Arte” como así también del equipo de “Andanzas, Grupo de Folclore Contemporáneo”.

Publicó en coautoría, tras ser seleccionadas en concursos nacionales, el poema “Ella” en “Letras del face” Ed Dunken (2014) y el cuento corto “Ágatas” en “Cuyo en las letras” Edición San Luis Libro (2015).

En el espacio que le dejaba su trabajo, sus compromisos con el arte y la crianza de sus dos hijos, Celeste escribió “El Planeta Inmóvil”, su primera prosa poética, que obtuvo el primer puesto en el concurso “San Luis Libro te publica tu primer libro” en 2014.

“Arcadia” da más pistas sobre su vida, pero la autora se niega a revelar el final. “El desdoblamiento que hay en el narrador es esencial para esta historia, que no la hubiera podido contar de otra manera, porque tiene que ver con el momento trágico que vivió la nena (protagonista principal). Eso que vive la dinamita y la deja estancada en ese lugar como petrificada. Quedó psicológicamente en esa tragedia y otra parte de su ser sale a vivir como cualquiera de nosotros, aunque te pase lo que te pase. Entonces hay un narrador que cuenta la verdad y otro que fantasea un poco, como si esa tragedia no hubiera pasado. Es un trauma con mucha ficción”, explica.

A Celeste le ocurrió algo similar cuando vino desde Pilar hasta la provincia. “Estaba muy triste por el desarraigo y lo fui reacomodando a medida que pasó el tiempo. Fue como si me cortaran sin raíz, me cortaron los pies de la tierra. Acá tengo el cuerpo y allá me quedó el alma”, expresa con los brazos estirados como en una cruz. “Siento que vivo así. Ya no trato de hacer fuerza porque fue muy desgarrador todo el primer momento para intentar unir cuerpo y alma. Entonces aprendí a vivir soportando eso y aun así, como desdoblada”, dice.

Celeste Domínguez vive en San Luis desde 1994. Tiene una narrativa visual, filosófica y poética.

Celeste Domínguez vive en San Luis desde 1994. Tiene una narrativa visual, filosófica y poética.

Domínguez leyó desde temprano mitología griega y “Arcadia” atesora helénicas metáforas y frases como “soportar es virtud de unos pocos seres” u “ojos detenidos al otro lado del silencio”. Varios pasajes se notan impresos por su vocación como diseñadora gráfica.

_ ¿Realmente los colores transmiten más que las palabras?

_Sí, totalmente. Una imagen transmite más que las palabras.

_ Pero por algo usted escribe, si el color puede transmitir, ¿por qué buscar las palabras entonces?

_Hago visualizar al lector con el resto de las palabras que no son colores. Son siluetas, los personajes están insinuados y trato de pintar una escena.

_Estos vacíos en la página, ¿qué espacio ocupan en su vida?

_ Vivo y sufro mucho el vacío. Creo que en algún momento lo he querido llenar con cosas, con actividades y demás. Porque el vacío y la soledad son como lo peor que tiene que resistir el ser humano cuando es consciente de eso, hablando existencialmente.

Pero aprendí a capitalizar a veces ese sufrimiento existencial. Como por ejemplo escribir “Arcadia” cuando estaba en un momento terrible de mi vida, porque vivía la muerte del amor como tal.

_ ¿Usted, en vez de artista, se define más como estoica ante el vacío?

_ No sé, me parece que a mí el arte me hace estoica, fuerte. Que cuando te sentís muy humana tenés de qué agarrarte y decir ‘vale la pena vivir, no importan las angustias o las pérdidas’.

A Celeste le gusta leer a Agatha Cristhie, Alejandra Pizarnik y César Rosales. Es tenaz con la literatura. “Me siento a escribir aunque no me salga. Porque si estás esperando que llegue la página perfecta nunca te llega. Es un trabajo constante, hasta que en un momento te sale algo. Tenés que tener tu rutina como en un trabajo. Tenés que investigar las cosas para poder aludirlas, sino te limitás con tus palabras a lo que conocés y nada más”, asegura. La autora escribe frases sueltas en trocitos de papel, facturas vencidas, recetas. Su próxima obra titulada “El viaje involuntario”, está desparramada sobre la mesa de su casa en fragmentos así.

“Mi mamá no sé cómo me pasó una pluma y un papel adentro de la panza”, comparte bromeando para luego dar paso al brillo en sus ojos. “Y yo empecé a escribir ahí. Mi mamá después me compraba libros y libros, me abastecía”, agrega.

Domínguez trata de no ajustarse a las formas para tampoco ceñir al lector. Y aunque es ordenada con sus papelitos prefiere la escritura caótica, dejarse llevar. Además sostiene que el arte despierta el asombro y que está para transmitir otras posibilidades y sentidos, eternizar.

_ En esa búsqueda, ¿le molestan las respuestas convencionales o las recetas?

_ No, porque todos podemos vivir en el mismo mundo.

_ ¿Dónde se origina la poesía?

_ En el sufrimiento, indefectiblemente.

_ Si usted no hubiera sufrido ese desarraigo, ¿es probable que “Arcadia” no hubiese alumbrado?

_ Creo que ningún poeta que no haya sufrido no hubiera sido poeta.

_ ¿Y la belleza?

_ Nace del sufrimiento. Como en “Arcadia”, que siento que debe transmitir belleza sino mato a un lector.

_ Polo Godoy Rojo hablaba de una ardida sed sin respuesta al momento de escribir, ¿usted siente esa sed cuando escribe?

_ Siento más una pulsión innata. Hay algo que yo sé, pero no sé qué es, que va a salir escrito algún día.

_ Con todo lo escrito, ¿cree que todavía no sale?

_ Ojalá que nunca me dé cuenta si algún día salió porque, si no, ¿qué hago después? Ojalá que nunca lo pueda ver, que lo siga buscando aunque haya estado ahí (risas).

_ El escritor Fabián Casas, señala que escribir es “trabajar en contra de mi debilidad”, ¿coincide?

_ Totalmente. Uno como artista se siente profundamente débil. Una debilidad es que yo no estudié literatura académicamente. Otra es que soy un desastre con la ortografía. Si yo me quedara en la debilidad no podría escribir nunca más, pero encuentro las fortalezas que me marcan otros. La limitación de vivir, eso, es lo que te mueve a expresar el arte como sea.

Celeste agradece a su amiga Miryam Pirsch quien fue su profesora de Literatura en Buenos Aires y la ayudó para pulir “Arcadia”.

En “El Planeta Inmóvil”, galardonado por San Luis Libro, hay un ser humano que está al borde de un abismo quieto. “Tiene en común con Arcadia un recorrido emocional. Siempre trato de describir a través de las emociones”, indica y cuando se anotició del premio recuerda: “Sentí una emoción impresionante. Saltaba de la emoción. Tiene un valor, eso es lo que te da el reconocimiento de ser seleccionada. Tocás el cielo con las manos”.

_ ¿Y cuál es el valor de la poesía en la sociedad actual?

_ La sociedad actual le da muy poco valor. Si viviéramos con más poesía viviríamos distinto, soportaríamos y compartiríamos distinto, pensando en el otro en función de algo lindo

_ ¿Tiene política la poesía?

_ Como autor intentás convencer al lector y eso tiene que ver con la política pero no con la parte de los partidos políticos. Me parece que hay muchas obras que tienen ideología política que no me apetecen demasiado. Hay muchos escritores que hacen decir a sus personajes su ideología política para bajar línea. No está bueno usar lo sagrado del teatro para bajar ideología política.

La psiquis se ha convertido para la autora en un territorio donde puede improvisar, como en una banda de jazz, o dramatizar al mejor estilo griego. La familiaridad de su universo, posiblemente infinito, nace de una mirada que busca el todo en los fragmentos. Una hazaña a la que mientras más conciencia; más audacia y vértigo.

Nota y fotos: Matías Gómez.

Corrección: Mariano Pennisi.

Contenidista: Cecilia Sosa.