MINISTERIO DE EDUCACIÓN
martes, 02 junio de 2015 | 10:22

“Con las manos en la masa”

El catedrático español, especialista en Ciencias de la Educación, Miguel Ángel Santos Guerra, en su blog ‘El Adarve’ publicó, el pasado 30 mayo, una nota donde destacó el proceder del ministro de Educación, Marcelo Sosa, durante las capacitaciones que realizó con directores en el ministerio.

“Con las manos en la masa”

“Con las manos en la masa”

 

A continuación, la nota completa de Santos Guerra publicada en su blog ‘El Adarve’:

“He tenido la oportunidad y la suerte de trabajar tres días en la provincia argentina de San Luis. Participé en varias experiencias de formación con equipos directivos, con profesorado y con grupos de alumnos y alumnas. No es fácil ver a un Ministro con las manos en la masa. A las autoridades les suele gustar más parapetarse detrás de la mesa del despacho…

El ministro de Educación, Marcelo Sosa, asistió a la primera conferencia y antes de comenzar, fue saludando uno por uno, nombre por nombre, a todos los asistentes. No es frecuente esa forma de proceder. Ese gesto le llamó la atención también a mi querido amigo Horacio Muros, Director de una escuela de San Rafael, que asistió como invitado a la sesión y que me escribe comentando el proceder del Ministro:

‘Yo saludo uno a uno a cada docente cuando llega a mi escuela cada mañana con un beso o bien con un apretón de manos, al igual que al personal de maestranza y los administrativos…’.

Creo que esa forma de proceder dignifica a quien la practica y a quien recibe sus efectos. Cada persona es tratada como un ser particular, como un individuo especial, irreemplazable e irrepetible. Cada individuo es parte de un grupo, de un colectivo, sí. Pero, sustancialmente, es un ser único. En esa mismidad radica la esencia de la persona.

‘Nominatim’ es una expresión latina que podría traducirse de esta manera: “nombre por nombre”. Se refiere al hecho del nombramiento particular de cada persona. Después de valorar positivamente la actuación del Ministro, Horacio Muros añade lo siguiente en el correo que me envía: ‘El saludo, es reconocerse en el otro, experimentar la otredad. Es un gesto tan humano que podría decir que uno experimenta sensiblemente la dignidad humana al realizarlo. Es una manera de estar con los demás. A saludar se aprende y hay que encontrarle sentido y significación a este gesto… Es el termómetro que indica el estado emocional de la gente, cuando no, el estado moral. ‘Dime como saludas y te diré que clase de persona eres’. Podría decirse con inexorable certeza que somos como saludamos.

Los otros son otros en la medida en que son diferentes de nosotros; la otredad es entonces esa posibilidad de reconocer, respetar y convivir con la diferencia; es la única garantía de la diversidad, la que, por lo demás, hace posible esa cualidad de los seres humanos de ser únicos e irrepetibles.

En una parte de mi tesis escribo: La otredad es connatural al hombre, ser nosotros y la vivencia del nosotros es la raíz y el fundamento de toda sociabilidad que se concreta en dos dimensiones: la co-existencia y la inter-acción con los otros. La naturaleza humana está determinada por la capacidad de poder comunicar. El hombre siempre es un ser en potencia que se pregunta por el ser en acto; y, a su vez, un misterio, que únicamente se hace accesible cuando el mismo se comunica. El hombre por naturaleza es un ser social y se hace persona en comunidad de personas. Esto configura y determina a la condición humana como tal y sus posibilidades de desarrollo y concreción existencial.”….En fin, como diría Saint Exupery: ‘los ritos son necesarios’… Imaginas un mundo donde cada día podamos decirnos al saludar: ‘la paz sea contigo’…O al menos esa sea la intención del corazón de las personas cuando intercambian el gesto del saludo… Decía la Madre Teresa de Calcuta: ‘La revolución del amor comienza con una sonrisa’. Entonces, saludemos y sonriamos’.

La escuela, en muchas ocasiones, homogeneíza y masifica. Establece un curriculum igual para todos y para todas. Un curriculum que se desarrolla en los mismos tiempos, de la misma manera, con el mismo ritmo y en los mismos lugares. Y que evalúa de forma idéntica como si al hacerlo así se estuviera rindiendo tributo a la igualdad y a la justicia. Pero no hay forma más clara de injusticia que tratar por igual a quienes son tan diferentes. Y lo que digo para los alumnos y las alumnas, lo aplico también para el profesorado.

Las personas se pierden como números en el seno de una masa. Desaparece su identidad, su particularidad, su irrepetibilidad bajo el denominador común del colectivo.

Contaré algo más, dijo Santos Guerra: Momentos antes de comenzar una conferencia en la ciudad de Villa Mercedes, alguien le aconsejó al Ministro que entrase en el Salón de Actos por la puerta de atrás. De esa manera no tendría que saludar a tantas personas y podría llegar más rápidamente a su asiento.

– No, dijo el Ministro, de esa manera, no podría saludar a los profesores.

En la presentación del acto, hizo alusión a lo sucedido. Y añadió, con una sonrisa:

– Si hubiera entrado por la puerta de atrás me hubiera perdido 25 besos y 2 abrazos.

Al terminar la parte teórica de la conferencia del primer día (ya dije que iba dirigida a directores y directoras) organicé una experiencia práctica sobre estilos de dirección. Se trataba de construir un pueblo con plastilina bajo una dirección de tres estilos: autoritario, participativo y permisivo. Pedí que salieran de la sala nueve voluntarios. Vi que entre los nueve estaba el señor Ministro. Pedí que saliera uno más, pensando que se ausentaba para atender las obligaciones de su cargo. Segundos después entró uno de los que habían salido:

– Sobra uno, porque el señor Ministro va a realizar la práctica.

Lamento mucho decir que no me imagino al señor Ministro de Educación de mi país haciendo esa humilde tarea. No suelo hacer muchos comentarios laudatorios respecto al poder. Pero, en este caso, me he de rendir a la evidencia. De ahí este artículo que se centra en el valor del ejemplo. Pensé colocar al Ministro a las órdenes del mando autoritario, pero preferí situarle con el mando permisivo o laissez-faire.

Siempre que pido voluntarios para realizar una práctica, les digo tres cosas a quienes no vacilan en presentarse:

– Gracias, en mi nombre y en el del grupo porque no se podría hacer el ejercicio sin vosotros. Yo no puedo hacer simultáneamente todos los papeles.

– Felicidades, porque habéis asumido un riesgo, ya que desconocíais la naturaleza y la finalidad de la práctica.

– Enhorabuena, porque vais a aprender mejor aquello que se pretende mostrar ya que lo vais a hacer y no solo vais a ver lo que otros hacen, como sucede con el resto.

El Ministro participó como uno más en el trabajo y luego, en el análisis de lo que había ocurrido. Cuando pedí que salieran al frente los participantes en cada grupo, él salió como los tres restantes y se sometió a las preguntas que les hicimos sobre lo que había sucedido en su grupo.

No es fácil ver a un Ministro con las manos en la masa. A las autoridades les suele gustar más parapetarse detrás de la mesa del despacho, recibir informes sobre la realidad y lanzar prescripciones que, muchas veces, tienen poco que ver con lo que necesitan, sienten y viven los docentes en las aulas.

A esto que hizo el Ministro de Educación de la provincia de San Luis, se le llama predicar con el ejemplo.  No puedo por menos de celebrarlo. Estoy convencido de que no hay forma más bella y más eficaz de autoridad que el ejemplo”.

Fuente: Blog de Miguel Ángel Santos Guerra  http://blogs.opinionmalaga.com/eladarve/

Fotos: Prensa Ministerio de Educación.

Corrección: Berenice Tello.

Contenidista: Jorge Gallego