CRECEN LOS ADEPTOS EN SAN LUIS
domingo, 31 mayo de 2015 | 10:49

Qué es y cómo funciona el turismo colaborativo

Movidas por un afán ahorrativo pero también debido a conciencia medioambiental y búsqueda de nuevas emociones, cada día son más las personas que en todo el mundo se suman a esta propuesta de hacer turismo, con matices más interactivos que en el formato convencional. Miles de aventureros hacen de esta modalidad un estilo de vida, colaborando mutuamente tanto en recorridos como en destinos turísticos. En esta nota se ofrece un breve resumen de este fenómeno y la entrevista a Cristina Soria, una participante sanluiseña.

Cristina junto a Renan, quien viaja sin recursos económicos a través del Projetosemdinheiro.
Cristina Soria, anfitriona de San Luis, junto a Renan, quien viaja sin recursos económicos a través del Projeto Sem Dinheiro.

¿Qué es el turismo colaborativo?:

Los adeptos a esta nueva corriente afirman que la tendencia (cuyo primer antecedente data de fines de la II Guerra Mundial, pero que explotó aproximadamente con el nacimiento del siglo XXI), es mucho más que “hospedarse gratis” o “viajar barato”.

Implica un intercambio cultural, generalmente entre un viajero y un anfitrión, con la intención de compartir espacio y tiempo. Según esta mecánica, el anfitrión recibe al viajero en su ciudad y socializan libremente durante el tiempo que dure la estadía.

El turismo colaborativo propone distintos grados de compromiso, según la disponibilidad y conveniencia de cada usuario. Desde la perspectiva del anfitrión, puede ser asesoramiento sobre los lugares de alojamiento y esparcimiento, en base su propia experiencia; redireccionamiento a otros anfitriones que tengan posibilidad de cubrir la necesidad del huésped; suministro de información turística; o visita guiada a distintos puntos geográficos; entre otros niveles de acompañamiento.

Sin embargo, la máxima expresión de esta forma de interacción, y que ha dado popularidad a este concepto de viaje a nivel mundial, se materializa con la invitación al “desconocido” para pernoctar en el hogar propio, ofreciendo el “sillón” (representación más bien alegórica) para descansar, una o varias noches, por mero ánimo filantrópico, “por el gusto de ser parte de esa aventura”, según afirman algunos de sus partidarios.

“Surfear en el sofá”:

Con letras visibles y cierta vanagloria en su enunciado, los autores del sitio Couch Surfing dan la bienvenida a la página anunciando que “…is a network of 10 million interesting locals in over 230 countries and territories all across the world…”, cuya traducción del inglés indica que el sitio contiene una red de 10 millones de usuarios interesantes, en más de 230 países y territorios alrededor del mundo.

Tal carta de presentación es la antesala para formar parte de esta comunidad, cuyo entorno y funcionamiento se asemeja bastante al de las redes sociales más populares (Facebook, Google+, Instagram), y se engloba dentro del “Turismo 2.0”.

Couch Surfing (cuya traducción literal es “surfear en el sofá”) fue fundado en el 2004, y es el principal sitio de turismo colaborativo en el mundo. Su nombre representa la idea de recorrer el globo, “surfeando” en distintas locaciones donde la gente acepte, previo acuerdo, al viajante de turno.

En San Luis, como en más de 200.000 ciudades de todo el orbe, también hay una comunidad de CS, en la que los miembros se reúnen esporádicamente a compartir sus experiencias con los foráneos y enriquecerse mutuamente en este estilo de vida. Asimismo, actualmente se realizan movilizaciones interprovinciales, con comunidades que promueven el intercambio de actividades sociales. “Cambiar sierras por mar” -y viceversa-, es uno de los ejemplos, que involucra el espíritu de enrocar contingentes, de una provincia a otra, en una especie de trueque en el cual se alternan anfitriones y huéspedes.

Algunos exponentes de la comunidad de CS en San Luis, compartiendo el tradicional mate con visitantes.

Algunos exponentes de la comunidad de CS en San Luis, compartiendo el tradicional mate con visitantes.

Entrevista con una “surfer”:

Cristina Soria, de 33 años, madre de tres niños y vecina de la ciudad de San Luis; es una de las más activas referentes de esta nueva forma de hacer turismo que ya tiene más de 300 adeptos puntanos en Couch Surfing. Manifiesta que su principal interés es conocer personas que practiquen el idioma portugués, el cual estudia desde hace años, pero se encuentra receptiva a todo tipo de culturas.

Recientemente recibió la adjudicación de su nueva vivienda, en el Barrio Serranías Puntanas, en la zona sur de San Luis; por lo tanto, por cuestiones de mudanza y otros menesteres, hace alrededor de seis meses que no recibe a nadie en su hogar. Ante tal situación, se reconoce un poco inquieta.

“Cada cierto tiempo necesito un extranjero”, afirma entre risas, para luego continuar, “de repente te acostumbrás a aceptar gente que viene viajando, llega un momento en el que uno se habitúa a esa realidad”. “Ya es natural recibir el pedido para hospedar a cualquier persona, de cualquier lugar. Es una forma de abrirle la puerta al mundo”, asevera la joven.

Cristina opina que los visitantes, generalmente, tienen dinero para asumir el turismo de forma convencional, sin embargo eligen este medio debido al alto nivel de interacción que ofrece con los locales, haciendo hincapié en el espíritu aventurero de la travesía. “No es solo ahorro, ellos eligen esto”, asegura.

“Vienen a observarte, a ver cómo una persona local se maneja en su forma de vivir. Aprenden del lugar, pero desde adentro. No buscan el típico viaje a la playa o las sierras, sino compartir lo cotidiano”, concluye el concepto.

La joven, quien se desempeña laboralmente como instructora de ajedrez, viaja muy poco haciendo uso de su chapa de “surfer”, pero todo el año se encuentra predispuesta para recibe visitas. “Mis experiencias viajando por el sitio fueron a Mar del Plata y a Brasil, y en ambos casos me hicieron sentir como una más”.

Entre sus experiencias como anfitriona, rememora con nostalgia su primera interacción: fue con una pareja de franceses, y al mismo tiempo, arribó sorpresivamente una joven colombiana.

Por otra parte, menciona la experiencia con James Patterson, un joven canadiense, agricultor por tradición familiar y líder de una banda musical en Manitoba (en la región central de su país, el segundo más extenso del mundo) quien viajó en su motocicleta Harley Davidson recorriendo el continente, de punta a punta, y registrando a modo de bitácora su viaje a través de un blog.

El “simpático gringo” contó con el hospedaje de Alejandro Diana, kinesiólogo de La Punta, quien es el más recurrente anfitrión del Couch Surfing en San Luis (tiene su vivienda adaptada para recibir a nueve invitados simultáneamente); hasta el momento de la nota Alejandro ha recibido a más de 300 personas en su hogar y ha viajado por distintos puntos del mundo.

Además, Cristina ha interactuado con personas de Suiza, Alemania, varios países más del Viejo Continente y también de toda América; pincela anécdotas y recuerdos de cada viaje, rescatando los puntos salientes. Sin embargo, cambia hasta su tono de voz para afirmar que la mejor experiencia que tuvo gracias al turismo colaborativo, fue con Renán Cossatis, un joven brasilero a quien define como “muy pintoresco”.

“Él está en el Projeto Sem Dinheiro (traducido al español como ‘Proyecto sin dinero’), que propone viajar sin recursos económicos. Es una cuestión filosófica, para rescatar ciertos valores; en el caso de Renán, tiene dinero, es de familia acomodada, pero no lo usa”, afirmó la puntana.

“Tampoco hablaba casi nada de español. Recuerdo lo divertido de la experiencia, fue justo durante el Mundial de Fútbol que se disputó en su país”, indica.

Casi un año después de ese “encuentro a ciegas” en la actualidad se mantiene el vínculo, se ha generado una amistad entre la gaucha y el carioca. “Él cumplió su objetivo, que era llegar a Tierra del Fuego. Hoy está regresando, saliendo de Río Negro, a punto de cruzar hacia Chile en dirección norte. Por ahora no tiene límite su viaje” indicó en referencia a su amigo viajero.

“He aprendido mucho conociendo gente de todos los lugares del mundo” finalizó Soria.

James Patterson, de Canadá, recorrió América de punta a punta con su Harley Davidson.

James Patterson, de Canadá, recorrió América de punta a punta con su Harley Davidson.

Otras opciones:

Además de CS, existen otras opciones de turismo colaborativo para conectar anfitriones y huéspedes alrededor del mundo, ya sea través de una computadora, tableta o el celular.

Hospitality Club, Servas o Global Free Loaders son algunas alternativas.

También está BeWelcome, sitio web fundado en Francia, en el 2007, por una asociación de voluntarios sin fines de lucro. Este sitio opera bajo la licencia de código libre (Licencia Pública General de GNU), por lo cual se encuentra disponible para su modificación y enriquecimiento por parte de quien lo desee, propiciando incluso en su propia página web el concepto colaborativo.

Además, existe Pasporta Servo o “Servicio de pasaporte” en esperanto. Una alternativa específica que propone la interacción entre hablantes de este idioma auxiliar que desde finales del siglo XIX intentó, infructuosamente, posicionarse como lengua unificada a nivel internacional.

A pesar de las dificultades de su aplicación ecuménica, los amantes de esta lengua planificada siguen desarrollando acciones para su difusión, y en este caso, conjugaron su afición por el lenguaje “del que tiene esperanza” con el turismo colaborativo y crearon la comunidad de Pasporta. El único requisito es hablar esperanto.

Hoy en día hay cientos de portales que fomentan este tipo de viajes, y dentro de esa gama de opciones que crece a cada momento, muchos de ellos apuntan a público sectorizado, de acuerdo a la necesidad de cada colectivo. Algunas plataformas se especializan en variantes para conseguir trabajos específicos a cambio de techo y comida; otras varían de acuerdo al medio de transporte, destacándose sitios para ciclistas, motociclistas y hasta atletas.

Un nuevo fenómeno, que se está generando a través de la colaboración de las partes, es el carpooling o “viaje colaborativo” que implica el agrupamiento para viajar, con salidas programadas, compartiendo el consumo de combustible y a veces también el volante. Con un sentido de ahorro pero también por conciencia medioambiental, esta variante se ha vuelto muy popular en el bloque europeo, donde generalmente se aprovecha el viaje compartido debido a que la distancia entre los países es más corta que en otros continentes.

Blablacar o Carpooling son de las más recurridas en esta modalidad.

Entre los internautas sudamericanos, deseosos por compartir la carretera y el mate, se destaca el sitio web Carpoolear y Grativiajes, ambas iniciativas argentina.

 

Nota: Mariano Pennisi.

Fotos: Gentileza.

Contenidista: Matías Gómez.