TESTIMONIOS DE VIDA
domingo, 16 febrero de 2014 | 12:43

“Una familia solidaria es como tu propia familia”

Julieta (20) es madre de una beba de un año y medio, a los 15 años, y por oficio judicial, llega a Familia Solidaria, donde transcurre su adolescencia hasta los 18 años, cuando deja esta familia para ir a vivir con su esposo y padre de su hija. Hoy nos cuenta su experiencia en primera persona.

Julieta vivió bajo los cuidados  de una  Familia Solidaria

Julieta vivió bajo los cuidados de una Familia Solidaria

Julieta es de la localidad de San Antonio,  integrante de una familia de nueve hermanos. Por problemas de contención dentro de su familia biológica, Julieta llega a la ciudad de San Luis para vivir bajo los cuidados y protección de una Familia Solidaria, donde pudo seguir cursando sus estudios y vivir una vida normal como una integrante más de la familia que la alojaba.

En diálogo con  ANSL contó su experiencia, a la que refirió como buena y exitosa. “Al principio llegas con dudas, miedos, no sabes dónde vas, imaginás otra cosa y a medida que vas entrando en la rutina diaria es como si fuera tu familia de verdad, porque en un día normal, me levantaba, tomaba mates con la familia, tenía que limpiar mi dormitorio, había que ayudar en la casa e ir al colegio, hacer las tareas como en una casa normal”.

En la etapa más conflictiva del ser humano, como es la adolescencia, Julieta la pasó al cuidado de una Familia Solidaria que le enseñó los valores que necesitaba en ese momento de su vida para convertirse en una persona de bien. “Había pautas. Si quería salir a bailar, tenía que pedir permiso y regresar a la hora que me decían. Si tenía que estudiar para el colegio, ese fin de semana no se salía. Si salíamos bien en la escuela, podía salir, y si no salía bien, no. Para mí fue una experiencia muy buena, me ayudó muchísimo”, comentó.

Luego de vivir tres años con la misma familia, y al cumplir sus 18, le llega el momento de partir. “Es lo que más cuesta, porque comenzás a planificar tu vida y es como que te da un poco de miedo pero, a la vez, te vas preparando con el acompañamiento de las psicólogas del Programa Desarrollo y Protección Social. Al momento de partir, me fui con el papá de mi hija, salía de un lugar y me iba a otro donde sabía que iba a estar segura también”, expresó.

En la actualidad, y después de dos años de abandonar el Sistema de Familia Solidaria, todavía se mantiene el vínculo con aquella familia que la acogió en su seno. Al igual que una madre, la mujer que la cuidó y la acompañó a crecer la llama periódicamente para preguntarle si está bien, si necesita algo y contarse las cosas cotidianas de la vida.

En el tramo final de  la entrevista, Julieta sintetizó lo que fue Familia Solidaria, es una experiencia muy buena para las personas que lo necesitan en un momento de la vida y también para quienes los reciben en sus hogares, porque es un lazo que nunca se corta y que trasciende las fronteras del sistema. “Algún día quisiera ser yo parte de Familia Solidaria, porque recibí tanto de la familia que me tuvo, que quiero devolvérselo a alguien que lo necesite. Quiero trasmitirles lo que me enseñaron y acompañar a un niño o adolescente que esté pasando por lo que yo pasé. Cuando hay voluntad y entendimiento, todo se puede lograr.”

Nota y foto: Prensa Ministerio de Inclusión Social