Natalicio
domingo, 09 febrero de 2014 | 14:53

Antonio Esteban Agüero por otro poeta

Gustavo Romero Borri, defiende, enseña y muestra a una de las voces más altas de la literatura puntana.

Al celebrar  un aniversario más del nacimiento de Aguero es bueno recordar que para muchos Agüero es un “nombre” muy difundido  en nuestra cultura. Pero detrás de ese nombre hay un hombre que fue y es singular porque supo en su tiempo nombrar su mundo con palabras que ya son de toda una comunidad. Nació acunado por el murmullo inolvidable  de su río natal de Piedra Blanca y fue, a lo largo de sus 53 años de vida, un leal servidor de la poesía como un pan necesario y alumbrador para la conciencia sensible de su pueblo. Como todo hombre, conoció la plenitud y la desdicha, el abrazo admirativo y la incomprensión. Pero esos vaivenes de la suerte no lo hicieron jamás descreer de su oficio celeste –como a él le gustaba decir-.

"Las letras puntanas alcanzan en su obra una cúspide de perfección", señala Gustavo Romero Borri

“Las letras puntanas alcanzan en su obra una cúspide de perfección”, señala Gustavo Romero Borri

El hombre precede al poeta y muchas veces la nombradía del poeta hace que la gente se olvide que un poeta como Agüero fue un trabajador como cualquiera de nosotros, pero desvelado por el amor a la vida, a la poesía y las palabras,  que son su instrumento substancial.

Toda su obra es un acto de intensa felicidad y de elogio. Es una obra luminosa que no se deja empañar por la tristeza.

Creo que nunca terminaremos de descubrirlo y por eso lo suyo me parece una fortuna inagotable para la cultura literaria de San Luis, a la que tanto se empeñó en explicar, cantar y enaltecer.

Para Gustavo Romero Borri la obra de  Agüero "es un acto de intensa felicidad y de elogio".

Para Gustavo Romero Borri la obra de Agüero “es un acto de intensa felicidad y de elogio”.

En estos tiempos siento que hay un Agüero aún no leído y no descubierto. Conocemos popularmente al poeta épico, el cantor de la historia de San Luis. Existe un Agüero más íntimo, menos público, que habla en voz “más baja” y que habita en las adyacencias de su inmensa obra. En ese Agüero más periférico se puede conocer más de cerca el hombre que fue, consciente de su propio valor pero humilde y lúcido ante la gran tradición de la cultura de occidente. Ese Agüero aún no demasiado leído es el que, me parece, corresponde al tiempo  histórico que vivimos ahora. Por suerte, su obra es un vivero de símbolos  que dará gozo y deslumbramiento a muchas generaciones de lectores. Siento que celebrar su nacimiento es celebrarnos a nosotros mismos, como comunidad cultural, como hombres capaces de cultivar altos y difíciles ideales como él lo hizo en el San Luis del tiempo que le toco vivir en esta tierra.